Profunda oscuridad
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@rodolfodiazf
Siempre se ha dicho que de la más profunda oscuridad surge el más brillante amanecer, como se constató en las palabras del condenado a cadena perpetua que comentó la primera estación del Vía Crucis presidido por el Papa Francisco.
El grito de “¡crucifícalo, crucifícalo!”, manifestó, también lo escuché referido a mí: “fui condenado, junto con mi padre, a la pena de cadena perpetua. Mi crucifixión comenzó cuando era niño. Si pienso en ello, me veo acurrucado en el autobús que me llevaba a la escuela, marginado por mi tartamudez, sin relacionarme con nadie. Inicié a trabajar desde pequeño, sin tener posibilidad de estudiar. La ignorancia pudo más que mi ingenuidad… Me parezco más a Barrabás que a Cristo y, sin embargo, la condena más feroz sigue siendo la de mi propia conciencia. De noche abro los ojos y busco desesperadamente una luz que ilumine mi historia”.
Subrayó que aún llora su culpa y busca cómo expiarla: “Después de 29 años en la cárcel, aún no he perdido la capacidad de llorar, de avergonzarme de mi historia pasada, del mal cometido. Me siento Barrabás, Pedro y Judas en una única persona. Me da asco el pasado, aun sabiendo que es mi propia historia”.
Señaló que su padre (quien ya falleció) y él sufrieron un duro aislamiento penitenciario: “Muchas veces, de noche, lo oía llorar en la celda. Lo hacía a escondidas, pero yo me daba cuenta. Ambos estábamos en una oscuridad profunda. Pero en esa no-vida, siempre busqué algo que fuera vida. Es extraño decirlo, pero la cárcel fue mi salvación. No me enfado si soy todavía Barrabás para alguien. Percibo en el corazón, que ese Hombre inocente, condenado como yo, vino a buscarme a la cárcel para educarme a la vida”.
¿Remonto mi más profunda oscuridad?