Proceso electoral transfigurado

Rodrigo Morales M.
25 septiembre 2024

Esta semana, el Consejo General del INE dio inicio formal a la elección extraordinaria del Poder Judicial de la Federación. Sin exagerar, se trata de la noticia más ominosa en la historia electoral de México. Estamos frente a una nueva obligación para la autoridad electoral administrativa, impuesta por el Poder Legislativo, que privilegió la prisa sobre la certeza, la venganza sobre la pulcritud.

Ello nos llevará a una larga cadena impugnativa en la que actores, instituciones y ciudadanía siempre tendremos más dudas que certezas, más sospechas que rumbo. Todos sabían, o debieran saber, que el texto aprobado de manera desaseada por el Senado conducía a la pesadilla electoral que recién inicia. Y sin embargo nadie fue capaz de oponerse al atropello. Esos parecen ser los nuevos tiempos que nos marcan.

El primer antecedente del desatino fue la sesión nocturna del Consejo General en la que se aprobaron adecuaciones al reglamento de sesiones del Consejo, para poder sesionar sin partidos políticos. El artículo 41 constitucional establece cómo se integra y puede sesionar el Consejo General del INE, y no hay manera de imaginarlo sin los partidos.

La segunda ilustración es justamente la foto de la sesión del lunes: una herradura desnaturalizada en la que sólo aparecen los 11 consejeros electorales y la secretaría ejecutiva del INE. No se trata solamente de una mesa transfigurada, sino de principios vulnerados. Veamos.

La credibilidad y la confianza de que han gozado las autoridades electorales se han fundado en un diseño institucional que hoy se ignora. La confianza, a la mexicana, tiene que ver con la participación, supervisión y vigilancia de los actores políticos, en todos los órganos deliberativos del INE (Consejo General y sus comisiones, consejos locales, distritales, y mesas directivas de casilla). Hoy las decisiones las tomarán los consejeros ante sí, sin la colegialidad que siempre marcó a la institución.

Hoy la foto de los consejeros en su soledad nos ilustra la ausencia del principio de vigilancia en la reforma aprobada. Ellos tendrán la difícil misión de emitir lineamientos, perfilar planes de trabajo, organizarse en comisiones en condiciones inéditas: no sólo no hay una ley secundaria que traduzca normativamente la base constitucional aprobada en el Senado, tampoco se cuenta siquiera con la convocatoria que deberá emitir el Senado. Se inicia un proceso sin saber qué se va a elegir. De ese nivel es el absurdo que estamos enfrentando.

No se trata únicamente de dar inicio a un proceso con reglas a medias o no elaboradas, se trata de embarcarse en un proceso electivo que vulnera los principios más elementales de la integridad electoral. Hay que recordar que aún hay un número grande de recursos interpuestos para evitar la pesadilla. Cada semana que pase, el insomnio puede ser ominoso e intenso. Espero que alguien sea capaz de detener este mal sueño.