Poner las manos
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@rodolfodiazf
Al conocido refrán: “Las cosas no caen del cielo”, algunos lo complementan diciendo que lo único que cae del cielo es la lluvia.
El mensaje es muy claro: las cosas no llegan por sí solas, hay que trabajar, luchar y esforzarse por obtenerlas. Sin entrega, valentía, sacrificio y colaboración personal nada se consigue ni se puede obtener.
Aún en el mágico caso que narró Alejandro Dumas, padre, en su cuento titulado “Las manos gigantescas”, queda claro que se requiere poner todo el esfuerzo para que pueda acontecer un prodigio.
En efecto, en este cuento infantil señaló que había un joven muy humilde y trabajador llamado Willie, el cual se fue a laborar lejos de casa para obtener el sustento de su madre.
Obtuvo varios empleos en granjas y castillos, pero era normal que enfrentara algún problema, riesgo o dificultad que pusiera en peligro su vida. No obstante, siempre lo auxiliaban unas manos gigantescas, que eran visibles para él, pero no para los demás.
Como se trata de literatura infantil, es evidente que se recurra a estas gigantescas y mágicas manos. Empero, el mensaje es el mismo que el de los refranes citados: hay que luchar poniendo todo corazón y esfuerzo posible, porque sin nuestra colaboración no puede surgir ningún milagro.
Aun cuando las cosas cayeran del cielo, al menos tendríamos que hacer el esfuerzo de extender las manos, como indicó la escritora cubana Dulce María Loynaz, en su Diálogo entre dos hermanos:
“Están cayendo las estrellas... ¿Qué estás diciendo, hermano? Son estrellas fugaces. ¡Están cayendo estrellas!... Qué pensamiento extraño... ¡Cómo del cielo claro se desprenden estrellas!... Pon tus manos abiertas para que en ellas caigan... ¿Qué estás diciendo, hermano? Son estrellas fugaces, ni caen ni se recogen. No importa. Pon las manos”.
¿Pongo mis manos?