Plaga
""
lqteran@yahoo.com.mx
Una plaga causante de mucho daño, en los gobiernos de las famosas tres décadas neoliberales pasadas, fueron los traficantes de influencias. Estos, verdaderos coyotes de la política, se pusieron de moda, desde las más altas esferas hasta el último eslabón en la estructura de gobierno. Con ello se establecieron infinidad de métodos para delinquir con los bienes de la Nación, era una jauja de corrupción permanente.
Todo lo que señalamos está quedando al descubierto en el juicio judicial que se sigue a Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex, que apenas comienza y ya está arrojando datos duros sobre la asociación delictuosa en la que participaban las élites del gobierno. Habrá, sin duda, muchas sorpresas: se va a conocer la gravedad de lo que sucedió en los gobiernos de estas tres décadas perdidas, va a sorprenderse la ciudadanía porque rebasaron lo imaginado por la opinión pública, llegando más allá de lo que un común ciudadano supone. El saqueo fue verdaderamente inaudito, con naturalidad se cometieron atracos sin ningún límite, actuaban como si manejaran recursos propios.
No hubo frontera entre lo público y lo privado, fue tan descabellado el modus operandi de la banda neoliberal, que Alí Babá y su gente se quedarían cortos y sorprendidos. Como asentamos, el despilfarro rebasó el imaginario colectivo y los actores conservadores actuaron con un cinismo inconcebible.
Lo que está destapando el caso Lozoya Austin da lugar para un argumento de novela de humor negro. Las revelaciones apenas comienzan, van a ser muchos los indiciados en este proceso que le sigue la Fiscalía de la Nación. De entrada, en el delito de daño al patrimonio nacional, ya comienzan a salir implicados funcionarios públicos de todos los niveles, senadores, diputados. Seguros estamos que igualmente algunos partidos van a ser exhibidos por su corrupción desmedida, porque vendieron no sólo sus ideales sino participaron de los planes de despojo de la riqueza nacional.
Ya se percibía lo atrabiliarios que eran en sus prácticas en la función pública, pero no se esperaba que llegaran a tanto. Con el juicio judicial a Emilio Lozoya van a conocerse a autores que aparentaban ser blancas palomas y resultaron lobos con piel de oveja.
Lo que en realidad destapa el caso Lozoya Austin es toda la podredumbre que encarnaban los políticos prianistas. En el juicio judicial que comentamos se van a conocer detalladamente sus corruptelas, quedando al descubierto lo que son, verdaderos forajidos de cuello blanco que aprovecharon su paso por los gobiernos para imponer un régimen de corrupción fuera de proporciones.
A los partidos que participaron en el escandaloso fraude al patrimonio nacional van a ponerlos en su lugar los ciudadanos, cerrándoles el paso a piedra y lodo, para que nunca más burlen al pueblo con hechos tan desdeñables como atentar contra el patrimonio de los mexicanos. Es imperdonable que delincan con los intereses de todo el pueblo, aparte que la justicia será implacable en castigar los delitos que resulten. Los ciudadanos, por su parte, los tendrán proscritos de la política, negándoles el sufragio a esos corruptos que desfalcaron a la Nación.
Nunca en la historia de México se había dado un caso que dejara al descubierto tanta corrupción desde el poder político, el caso amerita una pena a la altura de esos punibles actos. Los ciudadanos así lo exigen a la Fiscalía y esperan que la justicia mexicana actúe en consecuencia, para que el pueblo recobre la confianza en el Poder Judicial, y no persistan más las complicidades que tanta han dañado a México.
Debe volverse a creer en las instituciones públicas, los ciudadanos se han hecho muchas y buenas expectativas del nuevo régimen, y desean no ser defraudados; por el contrario, ver los resultados en ese sentido es esencial para reafirmar su compromiso con el cambio, que es el camino que el pueblo ha señalado para regenerar a la Nación. A pesar de toda la adversidad, los ciudadanos ven en las acciones del gobierno actual la limpieza necesaria para construir un futuro promisorio.
Lo hemos señalado reiteradamente, los ciudadanos tienen un sentido muy agudo para preservar y aquilatar a sus guías, a sus auténticos líderes, así como a sus verdugos.