Pita Amor

Guillermo Fárber
12 mayo 2022

El paisano Alfaro: “A Pita Amor la marcó haber sido amante del ‘Matalote’, ojos de sapo reventado. Imagina, semejante monstruo, la dejó pa’l arrastre. En los años 80’s, una de las tantas veces que fui al DeEfe, en la Avenida Reforma tomé un bocho taxi; a los pocos metros, se paró el chofer y me dijo: ‘Señor, esa señora es mi clienta, ¿no le molesta que la suba?’ ‘No, señor’. Era una señora, entrada en años, lucía una serie de collares de fantasía, vestido floreado, pelo pintado de amarillo y cara exagerada en maquillaje. Desde que subió, no dejó de hablar, hablaba, hablaba y hablaba. En aquel tiempo, yo estaba muy alejado de todo lo que fuera literatura, y más de poesía. Bajó la señora, y yo le pregunto al taxista: ‘¿Qué tanto decía esa doña, cómo que está un poco fuera de onda, no? ‘Señor, esa señora, siempre está hablando poesía; es una las artistas más sobresalientes de este país, fue una diva, bella mujer que vivió entre lo más granado del arte; ella es Pita Amor.’ ¡Gulp! Pues yo ni madres que la ubiqué, pero para no ser descortés, respondí: ‘Le envidio su privilegio señor, tiene usted una celebridad de clienta’. ‘Así es, señor’”.

Konstantin Chernenko (1911-1985). Llegó al máximo poder soviético de Presidente del Presidium a los 73 años y murió al año siguiente, el 10 de marzo de 1985. Murió en la noche del horario mexicano. Obviamente fue una noticia de página principal de todos los periódicos, incluido el “Novedades” de Rómulo O’Farril, donde yo hacía la columna de humor en alimón con Germán Dehesa (un día él, otro día yo, etc). Como me fui de vacaciones, adelanté varios artículos, incluido uno relativo a la posible muerte de Chernenko, que ya estaba muy mal. Le dejé los artículos al director de la sección editorial, Arturo Sotomayor, con la advertencia de que no pusiera el artículo en el que yo me pitorreaba de Cherenko, a menos que ocurriera su esperado fallecimiento. Obviamente, confirmando la suprema ligereza con que se manejaba ese periódico, le valió sombrilla y lo pasó sin ver, con la extraña fortuna de que le atinó a la fecha, de puritita casualidad. Al día siguiente, en efecto la noticia era la central en todos los diarios. En todos, salvo el “Novedades”, donde la única referencia a esa sísmica muerte de trascendencia mundial, era en la sección editorial, en un artículo humorístico, el mío. Hubo que hacer otra impresión del periódico, y echar a la basura al tiraje anterior.

“El mundo parece haber olvidado que desde los años 20 hasta los 80 hubo hambre constante y generalizada en Ucrania y Rusia. Desde entonces, se han transformado en dos de los mayores exportadores de alimentos del mundo, pero eso puede revertirse de la noche a la mañana”.

“El gobierno federal tuvo un déficit presupuestal de $209 mil millones en noviembre, informó el Departamento del Tesoro, una expansión del 2% respecto al año anterior. El gasto del mes fue de $434 mil millones, mientras que el gobierno ingresó solo $225 mil millones. El gasto aumentó un 6%, ya que aumentaron los gastos en Medicare, agricultura, militares y otros programas. Y sin embargo, ni una palabra de la Casa Blanca sobre cómo reducir los déficits. Eso en sí mismo debería ser un delito imputable (an impeachable offense)”.

Según Wikipedia, “es ampliamente considerado como el mejor bailarín del Siglo 20, y está generalmente reconocido como uno de los bailarines más influyentes en la historia de los musicales de cine y televisión”. Una leyenda de Hollywood dice que en el informe de una prueba cinematográfica inicial de Astaire con RKO Pictures se reportaba: «No sabe cantar. No sabe actuar. Con entradas en el pelo. Sabe bailar un poco».