Personalidad fingida

Rodolfo Díaz Fonseca
29 octubre 2019

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@rodolfodiazf

 

Muchas personas navegan por la vida en una destartalada balsa prestada, sobreviven gracias al azar y no a sus méritos, porque no puede tenerlos quien no se acepta a sí mismo.
Forjan una personalidad ficticia debido a que sienten que si se muestran como son no serán apreciados por los demás. El buscar la aceptación social los obliga a mostrar caretas que les incomodan y que, a la postre, no les redituarán ningún provecho o beneficio. Seguirán estando vacíos, cada vez más desvinculados y huecos que una cáscara de nuez. Su inseguridad los precipitará forzosamente en el oscuro abismo de su incipiente personalidad.

Algunos literatos utilizan heterónimos para ocultar su verdadero nombre. Es un procedimiento típico y normal, pero cuando utilizan más de 70 diferentes, como hizo Fernando Pessoa, refleja algún problema de personalidad.

El mismo Pessoa se autodiagnosticó, en una carta escrita a Adolfo Casais Monteiro el 13 de enero de 1935:

“El origen de mis heterónimos es el hondo trazo de histeria que existe en mí. No sé si soy simplemente histérico, o si soy, más propiamente, un histérico-neurasténico… Sea como sea, el origen mental de mis heterónimos está en mi tendencia orgánica y constante hacia la despersonalización y la simulación. Estos fenómenos -felizmente para mí y para los demás- se mentalizaron en mí; quiero decir, no se manifiestan en mi vida práctica, exterior y de contacto con otros; hacen explosión hacia dentro y los vivo yo a solas conmigo”.

En su poesía Autopsicografía, escribió: “El poeta es un fingidor./ Finge tan completamente/ que hasta finge que es dolor/ el dolor que en verdad siente”. De igual forma, en Tabaquería, señaló: “El disfraz que me puse estaba equivocado./ Cuando quise quitarme el antifaz,/ lo tenía pegado a la cara”.
¿Finjo o muestro mi personalidad?