Personalidad, estilo, programa e ideología en AMLO
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Arturo Santamaría Gómez
santamar24@hotmail.com
Es probable que nunca en la historia de México se haya intentado definir la personalidad, o más específicamente: las características psicológicas más relevantes de un Presidente, como sucede con Andrés Manuel López Obrador.
Cuando leemos algunas biografías de presidentes mexicanos, digamos de Benito Juárez y Porfirio Díaz en adelante, tal y como lo hace en esbozos Enrique Krauze en la Biografía del Poder y la Presidencia Imperial, y muchos otros autores, sobre todo estadounidenses que gustan de este género, siempre aparecen algunos rasgos psicológicos de los políticos mexicanos que han llegado a la cima del poder, pero no como algo central en sus análisis. Por otro lado, entre los periodistas, académicos y escritores era poco común que hablaran tan insistentemente de la psicología de los gobernantes, tal y como hoy lo hacen con el hijo predilecto de Macuspana.
Es verdaderamente impresionante la cantidad de epítetos e insultos más que de conceptos cuando sus críticos han tratado de definir la personalidad de AMLO. Por lo menos desde Francisco I. Madero ningún Presidente mexicano había sido tan vituperado como lo ha sido López Obrador; pero, a la vez, ningún otro Primer Mandatario había tenido defensores tan aguerridos y frecuentemente agresivos como los seguidores incondicionales del político tabasqueño. AMLO, como en todo lo que hace, polariza. Lo odian o lo aman. Lo rechazan tajantemente o la aceptan incondicionalmente. Entre ellos no aparecen medias tintas como tampoco las hay en López Obrador.
Tan solo esta mañana leí que le dicen canalla, irresponsable, asesino, inconsciente, cobarde, mentiroso, negligente, ególatra, etc., pero cada día podemos leer decenas más de calificativos como estos. Ya veremos con el paso del tiempo, y no mucho, tan solo finalizando su sexenio, cuántas de estas aseveraciones se sostienen.
Por lo pronto, tomemos dos rasgos de su personalidad, reconocidos por él mismo: necio y austero.
Si vemos bien las cosas, estas características definen su estilo de gobernar y sus programas de gobierno. Incluso podemos decir que esos rasgos de su psicología los ha convertido en ideología política.
La necedad, o la terquedad, que puede parecerse o confundirse con la perseverancia, lo llevó a la Presidencia de la República después de dos derrotas, fraudulentas o no, y antes a construir en un tiempo extraordinariamente corto, un partido político. Sin duda, lo que consumó fue una hazaña política. Bien podemos afirmar que solo una personalidad perseverante, o terca si ustedes quieren, puede insistir, después dos intentos fracasados, en buscar una tercera oportunidad, y con un partido nuevo y amorfo, para llegar a la Presidencia de la República. Pues sí, López Obrador es necio y eso le permitió convertirse en el inquilino de Palacio Nacional.
Bueno, pues esa necedad, la convirtió, ya siendo Presidente, en un estilo de gobierno porque nada lo hace cambiar de una decisión o meta que se haya planteado, así se esté cayendo el mundo. En realidad, solo aceptar modificar sus criterios en cosas secundarias o ante el poderío subordinante de Estados Unidos. Pero, si la necedad lo hizo Presidente tal conducta lo está dañando profundamente como gobernante y, de paso, al País.
AMLO también presume ser austero, y lo es, así lo reconocen propios y extraños. Este rasgo de su personalidad lo convirtió, más allá de su estilo político, en un plan de gobierno, en políticas públicas. No dejaba de ser contradictorio que López Obrador declarándose antineoliberal, gracias a su personalidad adoptara la austeridad del gasto público, una de las tesis principales de la teoría economía neoliberal. Sin embargo, ante el estallido de la crisis económica provocada por la contingencia sanitaria, el Fondo Monetario Internacional y prácticamente todos los organismos financieros dominados por esa doctrina, se apropiaran de la tesis keynesiana del abundante gasto público para tratar de salir de una brutal recesión, mientras que AMLO se empeña en la austeridad y en no solicitar
préstamos, aunque haya concretado uno relativamente pequeño con el Banco Mundial. Es increíble, pero López Obrador es más austero que el FMI y contraviniendo lo que proponen prácticamente todos los economistas del mundo.
Entonces no es desmedido decir que AMLO ha convertido dos rasgos de sus personalidad en estilo de gobernar, programa de gobierno y, finalmente, en ideología política.