Perdió Trump... y perdió López Obrador

14 noviembre 2020

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Martín Moreno

@_martinmoreno

Como gemelos políticos. Como dos gotas de agua:
Trump basó su estrategia política - electoral en dividir a los estadounidenses. López Obrador dividió a los mexicanos.
Trump incita al odio, exacerba las divisiones sociales, recurre al clasismo. Lopez Obrador también.
Trump destruye instituciones. López Obrador también.
Trump insulta a sus adversarios políticos, los difama sin pruebas y los escupe. López Obrador también.
Trump alega fraudes electorales inexistentes, sin pruebas y basados únicamente en delirios y estrategias personales. López Obrador también.
Trump despreció a la CoVid-19, renegó del cubrebocas y atentó contra las medidas sanitarias que pudieron haber salvado decenas de miles de vidas. López Obrador también.
Trump subestima a la ciencia, a los científicos, y se yergue sobre la plataforma de su propia ignorancia. López Obrador también.
Trump recurre a las mentiras como patrón de conducta gubernamental. López Obrador también.
Trump culpa a la prensa crítica de sus propias incapacidades, de los conflictos en su Gobierno, de señalar los errores y confunde críticas con ataques. López Obrador también.
Trump ha perdido la reelección presidencial.
López Obrador también perderá la elección intermedia del próximo 6 de junio.
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¿Donald Trump hizo una buena campaña electoral? Sí. Con sus recursos, con sus estridencias, con sus ataques, con sus amenazas, pero fue un presidente-candidato de cuidado que estuvo a punto de alcanzar la victoria. Ok. Sí. Pero NO LE ALCANZÓ.
¿Joe Biden hizo una buena campaña electoral? Sí. Con su prudencia, con sus limitaciones, con su bajo perfil, con el poco entusiasmo despertado entre las masas, pero fue un candidato de cuidado que ha obtenido la cifra más alta de votación en toda la historia de esa gran democracia que es EU: 74 millones de votos. Al demócrata SÍ LE ALCANZÓ.
Esa es la realidad. Ese es el dato duro. Lo demás, son interpretaciones.
Democracia funcional.
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A golpe de votos, el déspota de la Casa Blanca fue echado. Adiós, míster Trump. ¿Que registró 70 millones de votos? Hombre, felicidades. Pero ya lo dijimos: no le alcanzó. Se gana o se pierde por un voto. Y Biden le gana por 4 millones de votos populares (hasta ahora). No es poca cosa.
Lo cité en su momento en mis redes sociales: la mayor fortaleza de Biden era, precisamente, su perfil reposado, que contrastaba en extremo con la estridencia de Trump. “Es que Biden no enciende, no prende”, advertían algunos colegas. Pero el fondo de la contienda no radicaba en su falta de liderazgo público, sino en su evidente prudencia política-electoral que a la postre fue su mayor ventaja. Los estadounidenses estaban hartos de la presidencia trumpista de escándalos, de gritos, de aspavientos, de agravios públicos. Y ese hartazgo lo liquidó.
Trump perdió.
¿Y a nosotros, en México, en qué nos afecta o beneficia?
Pues en mucho.
¿Por qué?
Porque si Trump perdió, López Obrador también, de alguna manera, perdió.
Lo explicamos:
1) El gobierno de Andrés Manuel López Obrador se jugó todas sus canicas con la reelección de Donald Trump. Inclusive, se prestó al juego electoral del republicano, quien utilizó – literal – la visita del mandatario mexicano a Washington en julio pasado para hacer campaña con la figura de AMLO y presentar sus desmedidos (e imprudentes) elogios hacia la figura del presidente de EU. En spots públicos, el equipo de Tump se encargó de capitalizar la meliflua visita de AMLO que más que darle un carácter de Estado, le dio un toque de servilismo político que sirviera para la reelección de Trump. Con la derrota del amigo Donny, el presidente mexicano y su diplomacia se exhibieron y fracasaron.
2) Desde que era candidato a la presidencia, Trump tuvo un discurso ofensivo y agraviante en contra de los mexicanos, a quienes no se cansa de llamar “violadores”, “delincuentes” o “narcotraficantes”, e insiste en que seremos nosotros quienes paguemos la construcción del muro fronterizo. ¿Cuál fue la respuesta de López Obrador? Agachar la cabeza y arrodillarse ante el poderoso Trump. Ni desde Palacio Nacional, ni durante su visita a Washington, AMLO le reclamó algo a Trump por sus insultos a México. Muy al contrario: frente a frente lo llenó de elogios en la Casa Blanca, con frases como: “Hemos recibido de usted comprensión y respeto (¿?)…Usted nunca ha buscado imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía…”. ¿De cuál Donald Trump hablaba López Obrador?, se preguntaban millones. De los insultos a los mexicanos, AMLO no hizo referencia alguna.
3) Cuando discurrían los preparativos para la visita de López Obrador a Washington, voceros de la campaña de Joe Biden deslizaron la posibilidad de que AMLO se reuniera también con el candidato demócrata durante algunos minutos. La respuesta, desde Palacio Nacional, fue un rotundo no. “El presidente Trump podría molestarse”, fue el argumento del equipo de AMLO, a pesar de que el planteamiento era impulsado por el propio Biden, quien registró la negativa como un desaire político-diplomático por parte del presidente mexicano.
4) Apostar todo el capital político a la reelección de Trump no solo fue un error de López Obrador, sino que, de paso, evidenció la falta de inteligencia y de astucia política de la diplomacia mexicana encabezada por Marcelo Ebrard: todo mundo sabía sobre las enormes posibilidades de que Trump perdiera la elección del 3 de noviembre y eso obligaba a cualquier gobierno del mundo a tomar las previsiones del caso. A cualquiera, menos al vecino del poderoso del Norte: México, que espejo de la terquedad de su Presidente, se empecinó en colaborar exclusivamente con la campaña del republicano para sumarle puntos a su victoria reeleccionista, pero finalmente fueron derrotados. Sí, derrotados ambos: Trump y López Obrador.
5) La derrota de Donald Trump le cae muy mal a López Obrador por el mensaje que sale de las urnas: castigo al mandatario déspota que se siente iluminado; que insulta a sus adversarios y críticos; que crucifica a quienes no piensan como él; que despreció desde un principio al coronavirus, a la pandemia y a los científicos, poniendo por encima el interés político al interés de la salud de las mayorías; que ignora a la ciencia; que insiste en construir una presidencia más dictatorial que democrática, de un solo hombre; que alega fantasiosos fraudes electorales cuando atisba una derrota. Como Trump en Estados Unidos, López Obrador ha ejercido una presidencia con similares rasgos, y las elecciones intermedias en México serán dentro de seis meses y medio, en las cuales, también se anticipa desde ahora un fuerte voto de castigo contra AMLO y la 4T por los pésimos resultados de gobierno.
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¿Por qué no ha felicitado AMLO a Biden? Por una razón sencilla, de peso y fondo: por el temor que le tiene el presidente mexicano al estadounidense. Temor a su furia y que lo exhiba con alguna información comprometedora.
Temor a un regaño público, ya que Trump siempre ha visto a AMLO como un subalterno más. Jefe y empleado.
Temor puro.
Perdió Trump.
Perdió AMLO.
Ahora, a asumir las consecuencias.