Pandemia y economía
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@vraldapa
Debo confesar que me hubiera gustado escribir un tema que no estuviera relacionado con los asuntos de la pandemia y la economía, sin embargo, por más que los deseos sean diferentes, la realidad que acontece fuera de la seguridad de nuestro hogar nos muestra una situación muy distinta, desafortunadamente la situación que prevalece no es como quisiéramos, esa es la cruda realidad, una que se circunscribe a los embates de la enfermedad del Covid-19 y la crisis social y económica como sus principales e inesperadas consecuencias, que hasta el día de hoy todos padecemos inevitablemente sin distinción de nadie.
No obstante, también somos testigos de que durante este obligado confinamiento se han intensificado las presiones de diversos sectores comerciales y empresariales para adelantar el anhelado retorno a nuestras actividades cotidianas. Así hemos visto cómo por diversos medios, métodos y protocolos se pretenden implementar estrategias para regresar a lo que hemos terminado por llamar la “nueva normalidad”, una “normalidad” que lleva por nombre, no un adjetivo, sino más bien un deseo, ante lo que parece una especie de ciega pretensión de volver a las actividades sociales y económicas que vivíamos hasta antes de la pandemia.
Me parece que no estamos poniendo la debida atención, que nos gana la expectativa por encima de la realidad, el deseo más que la aceptación, la negación más que la conciencia. Y no se trata de una pretendida reflexión pesimista, como tampoco puede ser optimista, es en todo caso, una búsqueda de razón y equilibrio ante lo que hoy nos toca vivir. El filósofo estoico y político romano Lucio Séneca nos dice: “Cuando se está en medio de las adversidades, ya es tarde para ser cauto”, una conclusión muy oportuna donde la prudencia y la reflexión como virtudes humanas son necesarias para valorar con objetividad nuestra forma de decidir y actuar, teniendo conciencia de que toda realidad tiene su tiempo, por lo que debemos ser capaces de vivir y reaccionar a lo que ocurre en el momento inmediato.
Ciertamente enfrentamos una pandemia que no permite segundas oportunidades ante el hecho trágico de pérdidas humanas y daños irreversibles a nuestra forma de vida. Una experiencia que al parecer no alcanzamos a ver con la suficiente atención, claridad y conciencia.
Una pandemia según la OMS, es la enfermedad de un nuevo virus que se propaga por el mundo, al que la mayoría de la personas no tienen inmunidad contra él. La comprensión de que el virus del Covid-19 constituye una amenaza directa para los seres humanos, tendría que ser en primer término el criterio primordial de cualquier ejercicio de reflexión que pretenda preservar la vida frente a cualquier otra circunstancia.
Al día de hoy se estiman poco más de 20 mil muertes por la enfermedad del virus en México y alrededor de mil fallecimientos en Sinaloa. Este escenario nos señala que algo no estamos haciendo bien, porque creemos que lo que hasta ahora hemos hecho es lo que debíamos hacer. Pero la realidad nos dice otra cosa, nos aclara algo que no alcanzamos o no queremos ver: el covid 19 no amenaza a la economía, amenaza a la vida humana.
La pandemia es un fenómeno natural que sigue su propio curso biológico, no depende de la actividad económica, ni se rige por las reglas del mercado, su expansión depende fundamentalmente de las diversas dinámicas de convivencia social y de nuestras formas de cuidado, entendido el concepto de “cuidado” como “estructura profunda del ser”, del “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”, según nos explica en filósofo español Ortega y Gasset.
Atender la convocatoria del Presidente López Obrador de salir poco a poco, con cuidado, a ejercer nuestra libertad, siendo respetuosos del que no tiene necesidad de salir a las calles, con la intención de “regresar a la nueva normalidad”, es de inicio un tanto absurdo, pues no se puede “regresar” a algo que es nuevo y desconocido por experiencia propia. Regresar a las calles y a las actividades cotidianas sin haber controlado la pandemia, se convierte en una amenaza latente para la población vulnerable, una “nueva” forma de sacrificio aleatorio y circunstancial de sobrevivencia mientras no haya una cura o vacuna efectiva para enfrentar el imparable y letal contagio del coronavirus.
Por tanto, pretender enfrentar la pandemia desde las necesidades de la economía, es anticipar la derrota de la vida humana. Enfrentar la pandemia desde las necesidades de cuidado de la vida humana debe ser la premisa para constituir nuevas relaciones sociales en la búsqueda de un bienestar en común y no el de una “nueva normalidad” semejante a la que nos condujo a esta situación en la que incluso desafiamos a la muerte.
Ante esta realidad y circunstancia, ¿Cómo resolver el problema de los millones de mexicanos que necesitan salir a trabajar diariamente o han perdido el empleo sin que ello implique poner en riesgo sus vidas o las de sus seres queridos? ¿Estamos dispuestos a sacrificar vidas para sostener la economía durante la pandemia? ¿Qué tan preparados y dispuestos están las y los médicos y enfermeras para continuar en la lucha por la vida del creciente número de pacientes graves en hospitales?
Son demasiadas las preguntas y muy pocas las respuestas. El peso de la historia, la cargan ahora los que toman las decisiones, por eso sería mejor preguntar a la sociedad, para no cargar con toda culpa.
Hasta aquí mis reflexiones, los espero en este espacio el próximo martes.