Obnubilados...

Guillermo Osuna Hi
23 mayo 2020

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osunahi@hotmail.com

Según algunas biografías que flotan en las redes, Alfonso Ramírez Cuéllar, directivo nacional de Morena, cuenta con una licenciatura en Antropología e Historia por la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Desde su época estudiantil se enroló dentro del activismo político de la izquierda y entre sus méritos se anota que fue líder nacional de las casas de estudiantes de provincia y de la organización nacional de estudiantes.

También ocupó la dirigencia de la agrupación El Barzón, nacida en el año 1994, para defender a los deudores de la banca. Se agrega que fue parte del grupo fundador del PRD, y en distintas ocasiones, ha ocupado representaciones legislativas, tanto locales como federales. Como quien dice, tiene una larga trayectoria dentro del ejercicio político y ajeno totalmente a las actividades laborales dentro de la iniciativa privada.

En la actualidad es Diputado federal con licencia para poder ocuparse de la representación nacional de Morena; es decir, un legislador más que coloca sus intereses partidistas sobre la representación popular que ocupa.

Desde su trinchera, y tal vez buscando convertirse temporalmente en foco de atención de los medios, lanzó un proyecto de iniciativa que procura darle al Inegi facultades fiscalizadoras para ubicar, según su apreciación, las riquezas personales que resultan ofensivas ante la marcada pobreza en la que vive más de la mitad de la población, para que sus poseedores paguen más impuestos.

Por supuesto, la intentona de Ramírez Cuéllar le dio amplios espacios en los medios de comunicación, es decir, consiguió lo que quería, pero a la vez, alborotó a la gallera y le dio armas a los malquerientes de Andrés Manuel para que lo sigan atacando. Como quién dice, no hay compadre que no haga daño.

En cuanto se difundió el proyecto del líder de Morena me habló un amigo y me comentó: “te lo dije, este cabrón de tu Presidente nos está llevando al comunismo ¿por qué crees que le está dando tanto juego a las fuerzas armadas? ¡Para que apoyen a su dictadura!” Una vez más, le contesté que las cosas no se estaban encauzando por ese camino.

El pretender darle facultades interventoras al Inegi, tal y como pretende Ramírez Cuéllar, representa cuestionar la eficacia de todo el entramado fiscalizador con que cuenta el gobierno y una ilegal intromisión, una más, en la vida de los ciudadanos que resultarían afectados con las pretensiones del postulante del absurdo.

Los que somos contribuyentes sabemos que tenemos encima al SAT, auxiliado por el sistema financiero, por la Unidad de Inteligencia Financiera, por las oficinas estatales de Catastro y del Registro Público de la Propiedad y del Comercio, por las dependencias recaudadoras estatales y municipales, a todo lo cual, se agregan los tratados internacionales de intercambio de información patrimonial y financiera que tiene signado nuestro país con otras naciones.

Todo lo citado se le hace poco a Ramírez Cuéllar, y por ello, pretende agregar al Inegi a la cauda del recaudador; una entidad cuya naturaleza, responde a otros fines institucionales.

Al palpar la reprobación social, el Presidente Andrés Manuel declaró que no está de acuerdo con las pretensiones de Alfonso Ramírez Cuéllar, quien, engallado, literalmente le contestó que él, no es títere de nadie, y que, por lo tanto, continuará en su pretensión. Tal vez ya se le olvidó a don Alfonso, que arribó a la curul, que luego abandonó, llevado por la ola levantada por el Peje y no por su popularidad entre el electorado.

Obnubilados por el triunfo electoral y por el engañoso sentimiento de ser factor dominante de la vida nacional, en plena crisis sanitaria, está llevando a la gente de Morena que ocupa representaciones populares y al propio Presidente de la República, a tomar acciones inoportunas y no colaborativas a la necesidad de conseguir el esfuerzo común para salir lo mejor librados posible de esta pandemia que ya se torna inacabable, y cuyas consecuencias están resultando dolorosas en todos los sentidos, con pronósticos de agravarse. ¡Buenos días!