Nueva normalidad...
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osunahi@hotmail.com
¡Felicidades papás! Y recordemos con alegría a nuestros ausentes.
Casi en la puerta de salida del primer semestre del año, vale recordar la línea introductoria de la canción “Regalo de Reyes”: “ya va llegando diciembre y sus posadas, se va acercando ya también la navidad...”, sin que los contagios del coronavirus den color de que van a la baja, y con ello, tal vez le sigamos de frente hacia el próximo año, esperando que no se cumpla la sentencia de la canción citada: “...y el año nuevo nos traerá nuevas tristezas...” Y sí, la curva de contagios no se aplana por más que nos urge entrar de lleno y sin preocupaciones a la reactivación económica y una buena parte de la responsabilidad de que esto no baje, recae en la irresponsabilidad de la ciudadanía, al no digerir que el C19 es una realidad. Como que estamos en estado de evasión, o de plano, nos vale lo que pase, lo cual se ilustra con la expresión popular: “tú no te preocupes; se va a morir quien tenga que morirse”.
Y bueno, los que intentamos seguir los dictados de la llamada nueva normalidad, justo es lo que tratamos de evitar. Sabemos que tarde que temprano nos puede llegar, pero entre más se tarde, mejor.
Las normas de conducta de la nueva normalidad son simples: guarda de distancia con los demás, lavado de manos constante y uso de cubre bocas, especialmente en sitios de mayores posibilidades de contagio. A ello le agregaría un cambio en nuestro estilo de alimentación, eliminando o atenuando al máximo, refrescos, harinas, azúcares, con el agregado de la ejercitación física.
Es muy clara la receta y hay que obedecerla, pero ¿cuál será la nueva normalidad del gobierno? Ahí está el detalle, ya que también para el sistema, las cosas deben cambiar y es urgente que se haga.
Cierto que nuestro sistema de salud pública está logrando salir adelante, en comparación con la realidad de otros países latinoamericanos, pero no debemos continuar con las debilidades y corrupciones de siempre. El gobierno tiene que meterle enjundia a mejorar con creces los servicios de salud pública; la misma que le está metiendo a los proyectos presidenciales como lo son el Tren Maya, el aeropuerto Felipe Ángeles y la refinería Dos Bocas.
El tema de salud tiene mayor relevancia que dichas obras y debe llevarse al punto de garantizar servicios de calidad para todos los mexicanos, a quienes, constitucionalmente nos asiste el derecho de recibir dicha prerrogativa.
Ya basta de ofrecer servicios de salud pública mediocres e insuficientes.
La pandemia del C19 ha puesto patas para arriba a la economía, provocando boquetes de grado mayor en las arcas de los negocios y bajo la advertencia presidencial de que cada quién que se rasque con sus propias uñas, sin considerar que, si los negocios quiebran, en la debacle arrastrarán millones de plazas laborales.
Pararon los negocios, se ordenó el aislamiento social, lo cual implicó que millones de trabajadores, dependientes e independientes, se quedaran sin la posibilidad de obtener ingresos, salvo los afortunados que están siendo sostenidos por sus centros de trabajo.
Todos ellos con la recomendación oficial de quedarse en casa, pero sin ninguna solución a su problema económico. ¿Y qué ha hecho el gobierno? Nada, salvo repartir magras despensas, aunadas a las desparramadas por los políticos que lucran con la necesidad ¿y el agua, el gas, la luz, la leche y los compromisos crediticios? Pues igual, que cada quien se rasque con lo que pueda.
Ante la dolorosa realidad que está viviendo la gente y ante la nada remota posibilidad de que se presenten otras pandemias, urge que se concrete un ingreso mensual asegurado para todos los ciudadanos, tal y como lo hacen en otros países; debe acabarse con la perniciosa práctica de la despensa.
Nueva normalidad para todos, no solo para la ciudadanía, también para el gobierno, digo, a menos que aquello de “...la esperanza de México” sea una débil flama a punto de extinguirse. ¡Buenos días!