Nuestro Carnaval...
Fiel a la costumbre, por rol de familia, inicié el domingo de Carnaval, cuidando el espacio apartado para los Osuna Hi y derivados, en el malecón para disfrutar del desfile, y claro, no me he salvado de las intenciones de desalojo por parte del gobierno municipal, junto con las sillas que llenarán el espacio para una veintena de miembros de mi familia, encabezados por mi madre, con todo y sus 96 años.
Pero bueno, es la lucha de todos los años, contra una autoridad flexible con los que levantan sobre la banqueta, largos templetes para los favorecidos por la presidencia municipal y los propios organizadores de la gran fiesta, a la que, en el siglo pasado se le endilgó el pomposo apelativo de festejo internacional, cuando el recordado organizador del mismo, Héctor Díaz y Valdez, logró que varias ediciones del esperado desfile dominical se transmitiera a nivel nacional, con impacto en otros países, a través del exitoso programa de Siempre en Domingo conducido por Raúl Velasco; pero bueno, tales tiempos pasaron a formar parte de la historia de la fiesta mazatleca de carnestolendas.
Hay otros dos argumentos con los que se pretende justificar el mote de internacional endilgado al carnaval. El primero de ellos, la presencia de embajadoras de algunas ciudades californianas, las cuales, en su mayoría, le pagan a una agencia de modelos, para que las traigan al fandango mazatleco con dicho carácter, y el otro sostén, es que se vienen a carnavalear algunas decenas de mexico-americanos, principalmente de California, según información de cuatro gerentes de ventas de igual número de hoteles, los cuales, no tienen empacho en asegurar que nuestra fiesta solo tiene un impacto regional, de acuerdo al origen de los turistas que nos llegan.
Por otro lado, vale comentar que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha declarado como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, a los carnavales de: El Callao, Venezuela; Barranquilla, Colombia; el de Oruro, Bolivia y el de Recife, Brasil. Además de otros, ubicados fuera del Continente Americano, pero el de nosotros, no aparece en dicho listado.
Eso sí, no me queda duda de que el Carnaval mazatleco es el más grande de nuestro país, sobre todo que, desde el año pasado, Veracruz decidió convertir su evento en fiesta veraniega, bajo el argumento de que, a finales de junio y principios de julio, las condiciones climatológicas son más propicias para obtener los mejores resultados de su jacarandoso festejo.
Cada Carnaval tiene sus propios rasgos, su propia personalidad, desde las fechas de celebración y formas de expresión, lo cual, considero, dificulta la comparación entre uno y otro evento. Es el caso, por ejemplo, del Carnaval de Uruguay, que se extiende por 50 días, iniciando el mes de enero para concluir los primeros días de marzo, tiempo en el cual, los asistentes disfrutan de desfiles, presentaciones teatrales en escenarios públicos, sin faltar el fandango colectivo. No cuenta propiamente con la espectacularidad de carros alegóricos, pero sí, de impactantes comparsas.
El Carnaval mazatleco, además de contemplar una gigantesca fiesta popular durante cinco noches, aderezada por un espectacular evento de pirotecnia y dos desfiles de carros alegóricos, cuenta con una competencia distintiva, basada en los eventos enfocados a las artes, que son los que absorben una buena parte del presupuesto de egresos. Se premia a la pintura, a la poesía y al considerado mejor libro publicado el año anterior; alrededor de estos dos últimos galardones, se montan grandiosos espectáculos para cada uno de ellos.
Nuestro Carnaval, sin lugar a dudas, tiene su peso específico dentro de las fiestas de carnestolendas que se desarrollan en el país, pero más allá de clasificaciones, sin duda, es una gran fiesta, que cada uno de nosotros, decide disfrutarla a su manera, o simplemente, soportarla y los más melindrosos, poner pies en polvorosa. ¡Buenos días!