No se acabará el T-MEC
Inmediatamente después del anuncio de Estados Unidos y Canadá sobre la consulta de revisión al T-MEC por las políticas energéticas legisladas en nuestro País, los “agoreros de las calamidades” anunciaban por anticipado el peor escenario para México, algunos incluso, prácticamente vaticinan el fin de la relación comercial firmada por las tres naciones en la década de los 90.
Totalmente falso. Todo tratado, convenio o acuerdo internacional es un documento vivo, sujeto a negociaciones y ajustes en el marco de su vigencia. Por eso desde su concepción, son dotados con mecanismos de solución de conflictos que tienen etapas de diálogo y conciliaciones anteriores a los litigios. En la política internacional primero se dialoga, se buscan mecanismos alternativos a la solución de controversias, se hace uso de los buenos oficios y al final, solo al final se procede a la judicialización.
Los reclamos en cuestión estaban anunciados, desde hace más de un año varios funcionarios federales americanos, senadores y legisladores demócratas y republicanos, negociadores y cabilderos de empresas transnacionales buscaron con afán detener la reforma eléctrica impulsada por López Obrador. Con razón o sin ella, -eso es un debate de muchos matices que contrapone incluso a voces expertas que conocen profundamente del tema- encargados del más alto nivel trataron de evitar la legislación llamada “de la soberanía energética” en discusión camaral en abril del presente año.
En menos de 30 días más comenzarán las conversaciones o consultas, en donde los inconformes presentarán formalmente los reclamos que a dicho de la parte ofendida, no solo afecta a las empresas transnacionales que han invertido en la industria eléctrica, sino a otras más como las de manufactura, por las restricciones legislativas que limitan sus condiciones de competitividad y desarrollo.
Si las consultas fueran insuficientes para llegar a un acuerdo, entonces vendrán las reuniones de Comisión donde se incluirán puntualmente las objeciones a lo legislado. Estas comisiones de controversia de Estado vs Estado, podrán recurrir a asesores técnicos o crear grupos de trabajo entre expertos según se estime necesario.
Tres cosas debemos tener en claro; A) ningún acuerdo comercial puede impedir el ejercicio libre y soberano del Poder Legislativo, B) pero toda modificación al marco legal que contravenga los principios del acuerdo comercial podrá ser sujeto de reclamo y en ese sentido, C) cada Estado deberá responsabilizarse de los perjuicios que se deriven de ellos.
A muchos se les olvida que esta no es la primera controversia del T-MEC y estoy seguro no será la última. Canadá se ha inconformado con los Estados Unidos, México también lo ha hecho antes. En todos estos años los socios han discutido sobre transporte, en materia laboral, sobre la industria automotriz, aranceles a productos lácteos y otros productos agroalimentarios.
En este caso, ni Estados Unidos y ni Canadá están reclamándole al Poder Legislativo la manera en la que legisló, la vida interna del país no es asunto de un acuerdo internacional, simplemente, los inconformes están tratando de poner en condiciones “justas” -desde su particular apreciación de la justicia- aquello que afecta a sus inversiones e industrias con motivo de lo legislado. Agotado el camino, México en consecuencia tendrá de dos sopas: enmendar lo reformado o asumir las consecuencias arancelarias. Pero de eso a que se acabe el trato entre socios hay un abismo. Luego le seguimos...