No rendirse ante el mal
""
rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf
¿Cómo permanecer optimista ante el mal que existe en el mundo? ¿Cómo esbozar una sonrisa ante el agobio del dolor y el sufrimiento? ¿Cómo recuperar la esperanza cuando parece que hasta el cimiento más firme se resquebraja y desmorona? Son lacerantes preguntas que se antojan sin plausible respuesta.
En la segunda estación del Vía Crucis -Jesús con la cruz a cuestas- participaron dos padres italianos cuya hija fue asesinada. Ellos aún llevan su cruz, al igual que los padres de Dayana, en Sinaloa; Jennifer, en Nuevo León; y Ana Paola, en México; quienes aún lamentan los crímenes de sus niñas.
“En ese verano horrible -dijeron-, nuestra vida de padres murió junto a la de nuestras dos hijas. Una fue asesinada con su mejor amiga por la violencia ciega de un hombre sin piedad; la otra, que sobrevivió de milagro, fue privada para siempre de su sonrisa”.
Reconocieron que siempre inculcaron los valores en su familia: “Nuestra vida ha sido una vida de sacrificios, cimentada en el trabajo y la familia. Enseñamos a nuestros hijos el respeto por el otro y el valor del servicio hacia el que es más pobre. A menudo nos preguntamos: ‘¿Por qué a nosotros este mal que nos ha devastado?’. No encontramos paz; tampoco la justicia, en la que siempre hemos creído, fue capaz de curar las heridas más profundas”.
Sin embargo, nunca han cerrado su puerta o sus manos al necesitado: “Haber hecho de la caridad nuestro mandamiento es para nosotros una forma de salvación, no queremos rendirnos ante el mal. En efecto, el amor de Dios es capaz de regenerar la vida porque, antes que nosotros, su Hijo Jesús experimentó el dolor humano para poder sentir ante el mismo la justa compasión”
¿Me rindo ante el mal?