Niños en los campos agrícolas
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omar_lizarraga@uas.edu.mx
La Procuraduría de la Defensa de Niños, Niñas y Adolescentes del DIF Sinaloa, en días recientes estimó 900 niños que trabajan por temporada en los campos agrícolas del municipio de Escuinapa. Aunque seguramente hay más, por la dificultad de cuantificar el trabajo infantil en estos campos.
Sin duda, uno de los grupos más vulnerables y más numerosos en México lo integran los niños, niñas y adolescentes (NNA) jornaleros agrícolas. Por sus diversas características y dinámica de movilidad constante, los NNA jornaleros constituyen un grupo con necesidades propias por su condición cultural, pues la mayoría de los menores que trabajan en la agricultura son indígenas.
Hay una falta de estudios recientes sobre este temática, pero la Encuesta Nacional de Jornaleros Agrícolas (ENJO) del año 2009, señaló que en aquel año, el 36.6 por ciento del total de la población que trabaja en campos agrícolas de México son menores de 15 años, cantidad equivalente a más de 735 mil niños y niñas.
En la actualidad, la mayoría de estos NNA trabajan sin recibir remuneraciones, pues principalmente trabajan apoyando a sus padres o familiares en sus labores, sea de pequeña agricultura o en tareas remuneradas a destajo. Y el trabajo que desempeñan se considera de alto riesgo por las características y condiciones de sus actividades, que incluyen largas jornadas, exposición a temperaturas extremas, a productos químicos peligrosos, entre otros.
De acuerdo con la académica Aníbal Quispe Limaylla, las dos principales posturas respecto a por qué persiste el trabajo infantil en los campos agrícolas son: a) debido al insuficiente o nulo esfuerzo de las instancias de gobierno responsables en los lugares de destino, revelando problemas organizativos, de normatividad, recursos y otros a nivel nacional o estatal; y b) se relaciona con la situación general de los jornaleros agrícolas, cuyo carácter estructural es consecuencia de políticas neoliberales aplicadas por los gobiernos y que se origina en las comunidades de origen.
También algunos estudios subrayan que en contextos de trabajo temporal migratorio, la participación de niñas y niños en labores domésticas y de cuidado de los hermanos pequeños se convierten en labores fundamentales para la reproducción de la fuerza de trabajo adulta, que deberían ser cubiertas por otros medios, y no mediante la utilización del tiempo de desarrollo y escolarización de los NNA.
Diversos estudios denuncian que el capital agrícola y empresarial se aprovecha de las estrategias familiares de trabajo colectivo, para “camuflarse” y conseguir que los propios padres consientan esa explotación. Las familias se convierten en “unidades productivas jornaleras”, donde relaciones de jerarquía y género, facilitan el uso de la fuerza de trabajo infantil por parte del capital. Entonces los NNA no solo son actores de la reproducción de la vida social de sus familias, sino que también los convierte en trabajadores en condiciones de alta vulnerabilidad, con poca autonomía para la toma de decisiones y para el manejo de sus propias ganancias.
Otro problema derivado del trabajo infantil en los campos agrícolas es el rezago educativo. Según el INEGI, a nivel nacional el promedio de escolaridad es de 7.6 años de estudio, pero la académica Teresa Rojas estima que en la población jornalera el promedio educativo es de 2.4 años. Los dos principales obstáculos para que los NNA migrantes tengan oportunidades de educación escolar, están dados por: 1. La incorporación temprana al trabajo agrícola, y 2. Por la constante movilidad de las familias jornaleras.
En una colaboración anterior, apuntaba los problemas a los que se enfrentan las mujeres en los campos agrícolas sinaloenses. Ellas, y los NNA constituyen los grupos de población más vulnerable en el estado. Es tiempo ya de que las autoridades de las tres órdenes de gobierno presten atención y terminen con el desamparo en el que se encuentran.
Es cuanto….