Ni destino, ni manifiesto;
Estados Unidos, distraído
No hay que ser muy sagaz para entender que al gobierno de Estados Unidos lo que menos debería ocuparle en estos momentos en que inició la intervención militar rusa en Ucrania, es generar pleitos con su principal vecino. Obviamente en una relación tan asimétrica como la que históricamente ha tenido México con Estados Unidos, lo que podría ser hostilidad no pasa de un desencuentro, malas caras o una cooperación menos entusiasta. Pero si a este momento se le agregan más elementos algo ya no cuadra. Si consideramos que la baja popularidad del Presidente Biden no le augura un respaldo inmediato frente a la acción bélica de Putin en Ucrania, aún cuando los cantos de guerra son la tonada favorita de los estadounidenses. Además, está el factor China que es un mayor dolor de cabeza en la lógica hegemónica de las potencias que Estados Unidos insiste en liderar.
Es aquí donde la declaración de Antony Blinken, Secretario de Estado de Estados Unidos, así casual, externando su preocupación por el clima de violencia que viven los periodistas en México, está completamente fuera de lugar y no abona a un tema que debería preocupar a ese país sin lugar a duda, pero de lo que se habla fuera de contexto.
Los últimos 20 años los periodistas en México, principalmente los que se ubican en estados y municipios lejos de la Ciudad de México, han sufrido persecución, hostigamiento, secuestro y asesinatos. Dos factores son centrales para ubicar dicha violencia, cuando se lleva a cabo por órdenes expresas de alguna autoridad (crímenes de estado), y cuando se trata de venganzas y represalias de grupos criminales. En ambos casos, muchas veces entrelazados (crimen autorizado), el factor que alimenta el círculo de violencia es la impunidad que alcanza un 90 por ciento de casos que quedan sin esclarecer y, por tanto, de hacer justicia como una ruta para prevenir futuros crímenes.
Muchos de los periodistas mexicanos que han sufrido amenazas durante todos estos años han sido desplazados y muchos, si acaso no lo sabe el señor Blinken, que fue asesor de Seguridad Nacional durante la Presidencia de Obama (2013-2015), han pedido asilo político en su país. Mexicanos en el Exilio, organización ubicada en El Paso, Texas, ha llevado un número importante de dichos casos, lo mismo que de una decena de defensores de derechos humanos y sus familiares.
El tema no es por tanto ajeno a Estados Unidos y sin embargo, nunca se hizo una declaración así al más alto nivel como la del Secretario de Seguridad estadounidense.
El problema entonces es que parece que los informantes en México de Blinken no le están ofreciendo una visión de conjunto sobre el tema, no solo sobre la violencia condenable por donde se le vea, sino sobre el uso político que dicha violencia ha tenido como parte del golpeteo político interno. Si no lo sabía el Secretario de Estado Blinken, mal, porque solo les hace el juego a las voces parciales que escucha. Si lo sabía y decidió incluso pedir a la vocera del Presidente, Jen Psaki que ratificara su dicho, peor. Porque supongo que nadie duda que a ese nivel el señor Blinken podría tomar un teléfono y hablar directamente con el Presidente de México y en su caso, hasta ofrecer ayuda para esclarecer los casos, que siempre es una vía diplomática para sugerir incompetencia si el propio Gobierno mexicano no resuelve los asesinatos de cada uno de los periodistas caídos como lo ofreció.
Entonces ¿para qué escalar el conflicto verbal?, ¿para qué contradecir públicamente al Presidente de un país soberano del que son socios y aliados estratégicos?, ¿para qué poner tensión verbal a nivel presidencial en un tema que hace mucho deberían haberse indignado porque también son responsables por la vía de las armas que trafican desde Estados Unidos a México?
Hay que dejar claro que estas declaraciones no pueden ser a título personal del Secretario de Estado, sino que tienen que contar con la autorización del Presidente Biden, quien seguramente por alguna distracción propia de lo caótico del momento, en lugar de buscar cerrar filas con socios y aliados geográficamente estratégicos, deciden sumarse al golpeteo político de los adversarios de la Presidencia mexicana. Con esto, o parecen no calibrar la importancia del boquete diplomático que se acaba de abrir en Ucrania, o demuestran lo que parece chiste, pero explicaría mucho, que la Presidencia de Estados Unidos solo se entera de lo que pasa en México por los noticieros de Televisa.