Morir antes de tiempo
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rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf
Cuando fallece una persona joven es normal que se piense que partió antes de tiempo. Se razona que su mecha era aún muy corta, pero, ¿acaso quienes vivimos más tiempo iluminamos más?
No necesariamente, habrá personas que en poco tiempo alcancen su madurez y plenitud. Muchos desperdiciamos el tiempo concedido y seguimos pensando que todavía no es hora de partir porque nos quedan obras por realizar.
Séneca, filósofo del primer siglo de nuestra era, reflexionó seriamente esta cuestión en su obra Sobre la brevedad de la vida, el ocio y la felicidad, pues consideró que dilapidamos innecesariamente el tiempo sin programar ni planificar el breve espacio que se nos ha confiado:
“Calcula cuánto de ese tiempo se ha llevado el acreedor, cuánto la amiga, cuánto el rey, cuánto el cliente, cuánto los pleitos conyugales, cuánto la sujeción de esclavos, cuánto el vagar oficioso por la ciudad. Añade las enfermedades que nos causamos nosotros mismos y el tiempo inutilizado. Verás que dispones de menos años de los que cuentas”.
Sin hacer pausa, continuó: “Haz memoria de cuándo estuviste seguro de tu propósito, cuántos días se desarrollaron como los habías programado, cuándo dispusiste de ti mismo… qué has hecho en tu largo tiempo, cuántos saquearon tu vida sin que sintieras la pérdida, cuánto se llevó el dolor vano, la alegría estúpida, el ávido deseo, los cumplidos, y qué poco ha quedado de lo tuyo. Comprenderás que mueres antes de tiempo”.
Recordó que nadie tiene garantizada una vida larga: “¡Qué tarde es empezar a vivir cuando hay que terminar! ¡Qué estúpido olvido de la mortalidad es diferir hasta los 50 o 60 años los buenos propósitos y querer iniciar la vida allá donde pocos llegaron!”
¿Siento que he cumplido mi misión? ¿Siento que moriré antes de tiempo?