Modificar
el Sahara
Al nombrar el desierto del Sahara estamos pronunciando un tautopónimo; es decir, estamos diciendo lo mismo. Un topónimo es el nombre propio de un lugar, pero se convierte en tautopónimo cuando ese nombre designa, al mismo tiempo, el accidente geográfico al que hace referencia.
Sahara, en árabe, significa desierto, por lo que, al mencionar desierto del Sahara, prácticamente estamos diciendo desierto del desierto (es como cuando se dice río Paraguay, ya que Paraguay en guaraní significa río grande; por tanto, sería río río grande). Los tautopónimos son palabras que se repiten, pero en un idioma diferente.
El Sahara abarca la mayor parte de África del Norte, con una extensión territorial semejante a China o Estados Unidos. Es una región que alcanza altísimas temperaturas, además de ser árido y tener una precipitación anual que oscila entre 35 y 100 milímetros anuales. Sin embargo, se cree que hace 5 mil o 10 mil años era una superficie con múltiples y abundantes praderas.
Borges se sentía atraído por la cultura egipcia y poco antes de fallecer recibió clases de árabe. En el libro Atlas, de 1984, escribió: “A unos trescientos o cuatrocientos metros de la Pirámide me incliné, tomé un puñado de arena, lo dejé caer silenciosamente un poco más lejos y dije en voz baja: Estoy modificando el Sahara. El hecho era mínimo, pero las no ingeniosas palabras eran exactas y pensé que había sido necesaria toda mi vida para que yo pudiera decirlas. La memoria de aquel momento es una de las más significativas de mi estadía en Egipto”.
Del escritor argentino podemos aprender muchas lecciones, pero centrémonos en dos: primera, nunca es demasiado tarde para aprender algo, y, segunda, aun cuando vivamos un desierto, tenemos la capacidad de ser positivos y modificarlo.
¿Modifico mi Sahara?