México, país tapón

Leticia Calderón Chelius
11 julio 2021

Hay temas que piden cambios a gritos. Y no se trata de que los opositores busquen imponer su estilo, su agenda o su peculiar manera de hacer las cosas. Se trata de urgencias que de no movernos a otra lógica, provocarán tempestades a todas luces previsibles. Con el asesinato del Presidente de Haití, Jovenel Moïse, y la declaración de estado de sitio de ese país, una de las migraciones más sufridas por su pobreza extrema como es la haitiana probablemente se recrudecerá no solo en número sino sobre como un recurso apremiante de las personas para sobrellevar esta situación. Desafortunadamente este tipo de procesos se topa con situaciones como la decisión del Gobierno mexicano de seguir una “política del garrote” reteniendo de manera indefinida a personas migrantes en Estaciones Migratorias en nuestro país, lugares a los que por cierto se les pretende llamar ahora “Centros de protección humanitaria de personas migrantes”, como ficción verbal que enmascara una realidad que no podemos negar y que de acuerdo al llamado desesperado que hace el Consejo Ciudadano Nacional de Migración (@CC_INM en Twitter), es fundamental que los legisladores y funcionarios responsables se acerquen a lo que pasa con este tema de la detención de migrantes en nuestro país, de por sí ilegal, y las condiciones que están viviendo miles de personas en México cuyo único crimen es huir de condiciones atroces en sus propios países.

Y es que a esta detención migratoria en estaciones y albergues se suma la decisión deliberada de hacer del aeropuerto de la Ciudad de México un lugar sin derechos para quienes son catalogados por la autoridad migratoria, sin ningún otro argumento salvo su nacionalidad y perfil social, como potenciales inmigrantes indeseables. Ser sudamericano, hombre y joven, es casi un pase automático al cuartito de revisión en el aeropuerto y de manera reiterada, un motivo de deportación sin derechos ni posibilidad de réplica de familiares y amigos de quienes llegan al país por vía aérea. Para detallar esta información se puede ver el siguiente video.

En este contexto un tema que preocupa es la falta de apertura entre las instancias encargadas desde el Instituto Nacional de Migración (INM) para escuchar a los miembros del Consejo Ciudadano que son, por cierto, cargos honorarios de personas respetables y con años de experiencia en el tema. Un ejemplo es la falta en convocar a las sesiones del propio Consejo Consultivo y echar a andar los concernientes al de Refugio y al del Desplazamiento interno en México, ambas situaciones con sus propias problemáticas resultado de una movilidad forzada que requiere solidaridad, comprensión y respeto, de ahí que no se entiende ni la tardanza en atención a unos, ni el maltrato a los otros.

Para agregarle a esta decisión política de hacer del flujo migratorio en México una situación extremadamente difícil y sufrida, hay que considerar la situación de las miles de personas que están en un limbo jurídico a la espera de resolver una situación legal que les dé certidumbre y justamente rompa con esta cadena de abusos e incluso de xenofobia de alguna parte de la propia población mexicana que sigue asociando injusta y absurdamente nacionalidad con criminalidad, a la manera en que el político más detestado por los mexicanos, Donald Trump, utilizó en su momento contra nosotros. No parece que aprendamos mucho de esa lección fundamental.

En lo referente a Haití es imposible que neguemos que ese país está hoy en llamas por su pobreza, su falta de seguridad, porque su población de poco más de 11 millones de habitantes tiene una esperanza de vida al nacer de 51 años, lo que se suma al hecho de que es el único país de todo el continente que no ha recibido una sola vacuna contra la Covid. ¿No es previsible que algunos de sus pobladores se aventuren a migrar para salvar la vida y la de sus seres queridos? Así ocurrió con la diáspora haitiana más reciente que inició a raíz del terremoto de 2010 en esa isla y que explica que haya haitianos en prácticamente toda América Latina, sobre todo en Chile y Brasil. De ese grupo algunos se animaron a tratar de llegar a Estados Unidos cruzando México y no han dejado de intentarlo desde entonces, llegando así a nuestro territorio e instalándose, cuando lo logran, sobre todo en la ciudad de Tijuana como punto de albergue, espera y esperanza. De ahí el llamado de alerta y de comprensión a que ante los más recientes acontecimientos criminales en Haití, es probable que el flujo migratorio continúe e incluso se incremente como resultado de la crisis política por la pugna entre los distintos grupos que quieren hacerse del poder local. Por tanto, migrar desde Haití será una de tantas situaciones que debemos prever qué puede ocurrir, lo haría cualquiera en las mismas condiciones, lo haría usted, lo haría yo. Lo que no se entendería es que nuestras autoridades mantengan, en el caso de los inmigrantes en general, la política del “ni los veo, ni los oigo, ni me importan”, pero aún menos, insistir en usar eufemismos como en el pasado se hizo para evitar decirles a las cosas por su nombre.