Mercenarios contra Gatell

Alejandro Calvillo
25 julio 2020

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@elpoderdelc

SinEmbargo.MX

 

En casi todo el mundo, donde existe libertad en los medios de comunicación, la pandemia se ha convertido en un arma política. Los sectores de Oposición aprovechan la situación de emergencia frente a un virus, que ha matado a cientos de miles de personas y enfermado a millones, convirtiéndose en la causa de la mayor crisis económica en los últimos 100 años, la aprovechan para golpear a los gobiernos que están al frente de las estrategias para combatir la pandemia. Las críticas podrán tener razón o no, pero su combustible es el aprovechamiento de la oportunidad para atacar a quien detenta el poder para hacerse de él o, en su caso, recuperarlo, si es que lo habían perdido. No importa que esto genere confusión entre la población, que provoque desconfianza en la autoridad, cuando más se requiere para que la población confíe en ella y siga sus recomendaciones.

El fenómeno es internacional, reconocido por la propia Organización Mundial de Salud. Su director, el doctor Tedros Adhanom, lo señaló como una gran amenaza:

“No se puede utilizar el Covid-19 para ganar puntos políticos, no hay necesidad. Hay muchas otras formas de probarse a sí mismos; este virus no es el que debe ser utilizado para eso. Es como jugar con fuego”.

En México, sin dejar de considerar que las críticas podrían estar o no justificadas por quienes no tienen la intención de sacar raja política, es claro que hay una fuerte campaña promovida por quienes ven a la pandemia como una oportunidad política para golpear al Gobierno, buscando aumentar sus posibilidades en las próximas elecciones.

Este fenómeno que describe el doctor Tedros, de cómo grupos con intereses partidistas están usando la pandemia, “jugando con fuego”, se agudiza muchísimo más en México, al sumarse a estos grupos los poderes económicos de las grandes corporaciones que desde antes tenían en la mira al doctor López Gatell. Se trata de las corporaciones que producen los llamados “determinantes comerciales de la salud” y a los que es más correcto llamar “determinantes comerciales de la enfermedad”.

Estas grandes corporaciones, y sus asociaciones empresariales y agencias de relaciones, están poniendo mucho del combustible para atacar a la estrategia del gobierno frente a la pandemia.

Y el foco de estas grandes corporaciones no es la estrategia contra la pandemia en sí, es principalmente López-Gatell. Desde que tomó posesión el Gobierno actual, el Subsecretario de Salud señaló que enfrentaría a estos determinantes de la enfermedad que las administraciones anteriores habían mantenido al interior de la propia Secretaría de Salud, de la Secretaría de Economía y de la Cofepris. El doctor Gatell, como se le conoce, sabe que las industrias refresqueras, chatarreras, del tabaco y del alcohol han tenido en México un paraíso y que sus productos son la principal causa de enfermedad y muerte en nuestro País, como en varias naciones del mundo. Y que ahora, el daño del consumo de estos productos se evidencia más cuando son las personas con diabetes, obesidad y enfermedades pulmonares las que tienen mayor riesgo de morir por Covid-19.

Contra él están parte de las más poderosas corporaciones trasnacionales del mundo cuyos ingresos superan los de un gran número de naciones. Si uno conoce la historia pasada en América Latina y otras regiones del mundo, corporaciones de este tipo han estado, incluso, acompañando el derrocamiento de gobiernos, acompañando acciones intervencionistas, o, incluso, apoyando regímenes dictatoriales, siempre con el único interés de proteger sus ganancias e incrementarlas.

A Gatell lo pusieron en la mira al identificarlo como un actor central en la promoción del nuevo etiquetado frontal de advertencia en sus productos, etiquetado que entrará en vigor en unos meses, en octubre próximo. Para dar una idea de lo que están dispuestos a invertir para frenar este tipo de iniciativas, recordemos que estas empresas invirtieron, de acuerdo al Observatorio de Corporaciones Europeo, mil millones de euros para bloquear el etiquetado frontal de advertencia que se propuso en 2010 en el Parlamento Europeo. Los parlamentarios declararon que este había sido uno de los mayores cabildeos empresariales que habían sufrido (https://corporateeurope.org/en/2010/06/red-light-consumer-information).

Estas grandes corporaciones de las bebidas azucaradas y de la comida chatarra no sólo tienen un poder económico por encima del de muchos países, tienen un gran control en los medios de comunicación ya que a través de su publicidad terminan por tener injerencia en los contenidos de la mayor parte de ellos. Los ataques contra Gatell vienen desde antes por estas corporaciones encabezadas por FEMSA-Coca Cola, Nestlé, Kellog’s, Unilever, Bimbo, etc. Con la pandemia, estos cabilderos de las corporaciones se suman a los actores políticos y vemos como aparecen juntos en iniciativas ex funcionarios de Salud, cabilderos de estas empresas y algunos académicos. No sólo desean regresar al poder los grupos políticos que perdieron en las elecciones pasadas, lo quieren hacer con sus aliados, las grandes corporaciones, con quienes gobernaban el País.

Como dice Gatell en una entrevista, las grandes corporaciones no lo tenían en la mira antes de tomar posesión. Y cuando el Secretario de Salud, el doctor Jorge Alcocer, y él les plantearon claramente a las corporaciones que ya no tendrían lugar dentro de la Secretaría y disolvieron el organismo que la administración anterior les había creado para que estuvieran dentro, evaluando y determinando las políticas contra la obesidad y la diabetes, comenzó su batalla.

Así lo explicó Gatell en una entrevista:
“Desde el minuto uno empecé a hablar de lo que conozco: que durante todo el sexenio previo, la industria de los alimentos y todos sus grupos asociados, tanto en la parte agroindustrial como en la producción de alimentos, vivían en la oficina donde yo trabajo hoy.
“Y bloquearon sistemáticamente estas políticas públicas, impuestos, promoción de la salud, etiquetados. Se prendieron alarmas. En el sexenio pasado había una cosa que se llamaba el Observatorio Mexicano de Enfermedades No Transmisibles, OMENT, y era un grupo asesor. Se puede decir, que el 60 por ciento de sus integrantes eran representantes directos o indirectos de la industria alimentaria” (https://acortar.link/ZKNvw).

Antes de la pandemia ya había diversas epidemias creadas por la falta de políticas regulatorias para estos productos que contribuían a más de 200 mil muertes al año a causa de la obesidad, de 60 mil muertes al año por tabaquismo, de 52 mil muertes anuales por consumo de alcohol. En total, un aproximado de 310 mil muertes al año a las que han contribuido de manera muy importante. Y, en medio de esto, los cabilderos y mercenarios de estas empresas tenían asientos en Salud, Comercio y Cofepris para ser consultados, para tomar en conjunto decisiones de políticas de salud pública. Y son justamente estos personajes que son activos participantes en las críticas al gobierno y a Gatell, aprovechándose de la pandemia. A ellos se suman ex funcionarios de Salud que nada hicieron contra las epidemias previas y que bien sirvieron a sus intereses.

En más de 30 años de promoción de políticas, leyes, reglamentos, normas para la protección ambiental, de la salud y de los derechos de los consumidores, nunca habíamos participado en un proceso democrático y transparente como el de la modificación de la norma de etiquetado. En ella se dio la voz a todos los sectores, una condición a la que las grandes corporaciones no estaban acostumbradas y, menos aún, que las instancias del Gobierno no estuvieran de su lado y que los representantes de la academia no estuvieran a modo y que hubiera una real representación de la sociedad civil. En la última etapa del proceso de esa norma, las corporaciones acudieron a la Presidencia para buscar desde ahí influir en la definición del nuevo etiquetado. Ahí conocieron más de cerca a López Gatell y la dificultad para enfrentar una propuesta perfectamente soportada por la evidencia científica y por organismos internacionales y nacionales. Gatell declararía: “Se pusieron los etiquetados y ahí vino el rompimiento, que yo creo que, en parte, hoy se ve en lo de Covid y ciertos medios”.

No se trata aquí de hacer un balance sobre la estrategia contra la pandemia, se trata de señalar que hay una narrativa muy bien alimentada $$$ por los mercenarios de las grandes corporaciones, a través de sus asociaciones empresariales y de sus agencias de relaciones públicas, para atacar a Gatell usando la pandemia. Como expuso el doctor Tedros: “No se puede utilizar el Covid-19 para ganar puntos políticos, no hay necesidad. Hay muchas otras formas de probarse a sí mismos; este virus no es el que debe ser utilizado para eso. Es como jugar con fuego”. En este caso no sólo se trata de “ganar puntos políticos”, se trata también de mantener y seguir aumentando sus ganancias en México, el País convertido en paraíso de la comida chatarra. Un paraíso muy bien construido entre esos grupos políticos y las grandes corporaciones.

Pero qué se puede esperar de las empresas que quieren seguir publicitando sus productos no saludables a niños, que no los quieren sacar de las escuelas, que pagan a científicos para que digan que los daños son multifactoriales y que sus productos no son ni buenos ni malos. Sus estrategias cargan con decenas de miles de muertes. La evidencia científica los señala y continúan con sus estrategias, como si nada, y cuando llega un funcionario profesional comprometido con la salud pública, lanzan a sus mercenarios.