Matar el futuro
Después del resultado electoral del pasado 2 de junio, en los dirigentes, cuadros intermedios y militancia del PAN y del PRI hay consenso sobre la necesidad de cambiar y hacerlo de manera “profunda”.
Los partidos no son homogéneos y existen distintos grupos y por lo mismo hay maneras de pensar diferentes, que llevan, entre otras cosas, a entender de formas diversas qué se entiende por un cambio “profundo”.
Además de los temas propios de la ideología, donde existen posiciones encontradas, están los intereses de cada grupo y también de las personas en lo individual. Está también la inercia del funcionamiento de las estructuras burocráticas, que siempre se resisten al cambio y con ello al futuro. Viven del presente más inmediato.
Hay también maneras de ser propias de la cultura muy mexicana, que entre otras cosas hacen imposible, lo que es común en Europa, y ahora lo vimos en las pasadas elecciones del Parlamento Europeo. Dirigentes de partido e incluso primeros ministros y presidentes renunciaron a sus cargos tras el fracaso de los resultados electorales de sus partidos. Asumen su responsabilidad y actúan en consecuencia.
Eso en México no existe, no es parte de nuestra cultura esa manera de reaccionar. Los dirigentes fracasan y siguen en sus cargos. No piensan que deben renunciar y nunca en razón de malos resultados.
Existe incluso la posibilidad de que el responsable del fracaso se pueda reelegir. La cultura nacional, pero sobre todo institucional, lo admite. No hay consecuencia de los actos. Se cuenta con la fidelidad de los suyos, que está por encima de lo otro.
Y la otra es dar un contenido muy limitado al concepto de cambio “profundo”, ante la necesidad de transitar por lo desconocido, que sin duda trae riesgos, por el miedo a perder lo que ahora se tiene.
El cambio implica moverse de donde ahora se está, por lo mismo, involucra dejar atrás ideas y maneras de actuar que respondieron en otro momento de la historia pero que ahora, son un lastre.
La posibilidad de futuro que tiene el PAN y el PRI depende de la profundidad de sus cambios en cinco temas: la incorporación de nuevas personas, que gente desprestigiada de un paso atrás; que se adopte una plataforma socialdemócrata como la de los países escandinavos; que se construya una nueva narrativa para comunicarse con la sociedad y que se privilegie el trabajo de tierra.