Mario Martini, A Confesión de Parte
El detrás de cámaras de un periodista

Alejandro Sicairos
25 abril 2024

Pocos periodistas ejercen la valentía de plantearse tal cual son ante sus audiencias, valor equivalente al fuera máscaras o la realidad tras bambalinas, como logra hacerlo Mario Martini en su libro A Confesión de Parte, tumbando la barrera que le impide al comunicador verse cara a cara con sus públicos, mostrarse de carne y hueso, y permitir que desde lo vivencial sea afianzado el lazo entre el emisor y el receptor del mensaje. El ser humano que transita de la sala de redacción a la sala de cirugía con iguales miedos implícitos en ambas circunstancias.

Presume a sus hijos de sangre como a los hijos de tinta y papel, recalca las alertas permanentes en el desempeño del oficio de informar, abre la ostra de su historia para que cualquiera la conozca, y se humaniza en el temor a los achaques de la edad. Qué difícil ha de ser contar las cosas y los casos desde la primera persona cuando los jefes de redacción y de edición de los medios nos recalcaron la paranoia de que los periodistas no somos la noticia sino quienes las hacemos.

La obra de Martini propone el derecho del lector a saber quién le habla, quién le escribe. Que sepa a través de un texto, post, video, audio o tuit que detrás de la información existe el narrador y gracias a él el testimonio de la evolución de Mazatlán y la génesis de ciudad provincial a potencial destino turístico, entreverada con la experiencia de un mazatleco cuyas revelaciones hacen aún posible que uno se estremezca.

Sabremos a partir de ahora cómo el Teatro Ángela Peralta fue el Ave Fénix de las bellas artes al reponerse de la devastación del ciclón Olivia de 1975 hasta ser el ícono de la excelencia cultural de la Perla del Pacífico. O del luto del barrio de Olas Altas cuando murió la querida Reyna que “ya andaba por los rumbos de la demencia senil, se perdía en el departamento y antier tomó dirección hasta el balcón y cayó al vacío desde unos ¡15 metros! De manera increíble no se quebró ni un solo huesito ni tuvo hemorragias internas ¡ni un solo chichón!”.

Conocemos también el corte de caja cronológico que Martini realizó cuando cumplió 65 años en 2018 y le dijo a la vida que “estamos a mano... No cargo penas en el alma”, al confesar que “sufrí dolorosas pérdidas en el camino durante cabalgatas inciertas sobre lomos briosos que, sin brida ni gobierno, terminaron en el abismo del que salí una y otra vez de la mano firme de amigos y mujeres generosas”.

En la presentación del libro en la cual participé junto con el extraordinario periodista Marcos Vizcarra, y la directora del Instituto para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, Jhenny Judith Bernal Arellano, en el Centro Sinaloa de la Artes Centenario, se trazó una ruta de confluencia entre los años viejos del oficio y las nuevas generaciones de comunicadores. Vizcarra buscó el eslabón perdido entre las antiguas redacciones de los medios y la irrupción del Internet que cambió las reglas, pero el periodismo siguió aquí, profesional y socialmente útil.

Vizcarra halló y armó, a través del libro de Mario Martini, las piezas del rompecabezas de aquellas épocas del periodismo de las máquinas de escribir, el télex, el fax, la fotomecánica y la fotocomposición, con la era digital de las redes sociales, tiktokers, influencers y youtubers, maravillándose de los dos mundos y de la transición entre uno y otro. Planteó que los jóvenes continuadores de las tradiciones del periodismo deberían conocer dicho pasado para plantarse más firmes en el presente.

La directora del Instituto de Protección agradeció la obra A Confesión de Parte por desnudar a Martini en su condición de ser humano, comunicador, activista social y autor de otros cinco libros que marcan huellas de la historia mazatleca y a la vez señalan el andar del periodista por vericuetos que se descorren sobre la raya invisible que divide el riesgo entre la función periodística y la satisfacción de ejercer con vocación un trabajo que demanda demasiados sacrificios. A amar una labor que no es cierto que se lleve en la sangre porque es en alma donde habita.

Resulta esencial la tarea de desmenuzar al periodismo a través de quien lo trabaja. Que los obreros de la prensa, así como Martini accedan a “abrir su caparazón”, “sin silencios cómodos pero vergonzantes o caretas de imparcialidad donde esta no cabe”, como lo propone Francisco Chiquete al prologar el libro.

Que despertemos los periodistas igual que amaneció Mario Martini el día que llegó a los 70 años de edad decidido a mostrar el detrás de cámaras de su existencia: “no parece un día especial, pero aprovecho para hacer una confesión: he vivido a trote y a galope entre abismos, ventiscas y verdes pastos. Vida nada me debes; vida estamos a mano”.

A Martini se le agradece,

Porque al levantar las cortinas,

Vemos que el periodismo crece,

Así florezca entre espinas.

Siempre han existido las posibilidades intermedias, las que atienden los criterios e intereses de las partes del diferendo, cuando la sociedad defiende el desarrollo sustentable y los empresarios turísticos se abren a propuestas de soluciones. Ocurrió con la intervención en la Laguna del Camarón, la invasión del estero El Infiernillo, la ubicación de una planta tratadora de aguas negras próxima a El Crestón y más recientemente con el intento de controlar horarios y lugares en que suena la música de tambora. Esta vez la colocación de la tirolesa entre el faro y al Cerro del Vigía agita las aguas mazatlecas, pero sí se puede ofrecerles más atractivos a los turistas sin el menoscabo de las riquezas naturales. Busquen los acuerdos sin que la neblina de la intransigencia obnubile lo fundamental.

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