¿Madriguera o venero?
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Torreón debe sacudir las conciencias. El problema no es nuevo. La violencia nos ha invadido. Está en las calles, en los hogares, en las palabras. Cada quién desde su trinchera, debemos delatarla y arrinconarla en todas sus vertientes.
El padre que grita pensando que educa, la madre que acepta los golpes en la intimidad del hogar, la sonrisa complaciente ante los juegos violentos, los medios que festinan y lucran con las agresiones, el bullying tolerado, las armas como juguete y símbolo de poder y fuerza. Del ámbito privado, en el que cada quien tolera o incluso cultiva la violencia, somos responsables las personas. Pero la tragedia continúa al cerrar la puerta y llevar nuestras vidas a los espacios públicos. Las calles, las fuentes de trabajo, la escuela. Las mujeres como víctimas seleccionadas por una sociedad enferma. Tres de cada cinco mujeres han sufrido algún tipo de violencia. Casi mil feminicidios en 2019. Golpeadores encumbrados. La pudrición avanza.
¿Pueblo bueno? La patología es evidente: los mexicanos hoy somos muy violentos. Alrededor de 62 mil desaparecidos de 1964 a 2019 de acuerdo a las cifras de la Comisión Nacional de Búsqueda, de los cuales más del 97 por ciento desaparecieron en las últimas tres administraciones. Es decir, solo alrededor del 3 por ciento son responsabilidad del “oscuro pasado” previo a Calderón. Como afirma Jorge G. Castañeda, el punto de inflexión es muy claro. La atmósfera está podrida: alrededor de 35,000 homicidios dolosos en 2019; con 90 por ciento sin ninguna consecuencia jurídica (IMPUNIDAD/Cero). Una autentica invitación a matar. La vida no vale nada, cuando es el valor supremo. Tal la deformación.
México va mal por más que las autoridades lo nieguen. La violencia no cede, se incrementa. La economía sangra: crecimiento cero en 2019 y entre 0.5 y 1 por ciento en 2020, si nos va bien. Contrapuesto al crecimiento demográfico tendremos decrecimiento del PIB per cápita. La inversión cayó un 5.5 por ciento en el tercer trimestre. Sin crecimiento la recaudación caerá, podría haber nuevos recortes al ya macheteado gasto público, salud incluida. Dejémonos de fantasías, los 500,000 millones de pesos de corrupción no existían. Fue una gran mentira. Las medidas de austeridad, algunas muy bienvenidas, no inciden en el crecimiento y bienestar, son simbólicas. Aún así la desconfianza, la incertidumbre son atizadas todos los días. El sector energético es Babel.
El gran megáfono lo tiene el Presidente. En 2019 hubo 255 conferencias mañaneras, 403 horas frente a la prensa, además de 265 giras. Pero según Verificado, de 538 frases comprobables el 53 por ciento son engañosas o falsas. La mitad del espacio ocupado es basura. Si a ello agregamos la intención de lo transmitido, nos encontraremos una madriguera de intrigas, conjuras y serpientes verbales que todo lo envenenan. La 4T ya paga el costo de este veneno, lo paga México todo, con desempleo y pobreza. La confianza es la argamasa que permite el bienestar. Pero no llegará entre mentiras y amenazas.
Si el Presidente quisiera tomar una medida radical, debería erradicar las múltiples maledicencias que nada bueno le han traído y ocuparse de las realidades que son tercas. Eso sí le traería reconocimiento. Imaginemos a López Obrador cada mañana, en ese espacio de gran privilegio y responsabilidad, hablando de la violencia hacia las mujeres e intrafamiliar, de acoso del bullying, estimulando a los ciudadanos a ser los vigías de la sociedad, advirtiendo sobre los daños sociales del descuido en la educación familiar, alentando a pensar en las energías limpias, en las potencialidades de México frente al mundo, para crecer con justicia. Imaginemos esa inyección cotidiana de optimismo fundado en lugar del desfile de rencillas. De madriguera a venero, otro sería el ambiente.
Torreón obliga: cuál la ética detrás de nuestros actos. Menos veneno y rencor, más serenidad y buena fe, hoy en duda. Eso sí traería beneficios a una sociedad enferma.
frheroles@prodigy.net.mx