Luto
La Ciudad de México está de luto, de manera redoblada, querido lector. Como si no fuera ya suficiente con la terrible epidemia, ahora pone sus banderas a media asta por la caída de vagones del metro. Terribles imágenes hemos visto y la peor pesadilla para un tren elevado. Es una enorme tragedia que ha dejado más de ochenta personas heridas y veinticinco fallecidas y una terrible incógnita con respecto a la seguridad de toda la red, aparentemente desatendida sistemáticamente por los gobiernos capitalinos.
Naturalmente, falta aún que se lleven a cabo los peritajes e investigaciones para conocer la causa del desplome y que se puedan fincar responsabilidades. El gobierno de Claudia Sheinbaum está obligado a dar respuestas a los capitalinos, lo más rápidas posibles, del origen del accidente. Está, ciertamente, en una posición difícil porque desde hace más de veinte años, la Ciudad de México está gobernada por la izquierda: son sus correligionarios quienes tendrán que ser investigados y sometidos ante la justicia, en pleno periodo electoral. Y ya ve, ya sabe cómo se las gastan los políticos a la hora de asumir sus responsabilidades.
Mientras, en las redes sociales circulan avisos y advertencias lanzadas por la gente, tras el sismo de 2017, sobre daños a las columnas de ese mismo tramo del metro, que no parecen haber sido atendidas, aún siendo denuncias públicas y retomadas por los medios. Es una tragedia, también, porque la línea 12 del metro representó una gran mejoría para los habitantes de Iztapalapa y Tláhuac, tradicionalmente relegados de esa ciudad de primer mundo que se agota en una pequeña mancha urbana dentro de una inmensa, repleta de pobreza y pésimos servicios públicos. Una ciudad tan inequitativa y pobre como la nuestra, con barrios de clase media y ultra ricos rodeados de muchas, muchísimas colonias pobres en alcaldías alejadas. Los habitantes de Tláhuac, ahora, estarán sin transporte, como si no fuera suficiente. Y esto es, justamente, lo que pensaba con pesar desde anoche. Las tragedias que bien se han podido evitar, siempre golpean a los que menos tienen, a los que ya de por sí la tienen más difícil, esa doble injusticia que se ha cebado con ellos. Desde la dureza de una pandemia agravada por el pésimo manejo que las autoridades hicieron, hasta el desplome del metro, parece que no hay para la mayoría de los citadinos un respiro. Ambas tragedias nos sitúan en el mismo lugar, sin embargo. O podemos especular, provienen del mismo sitio: esa manía de no invertir el dinero donde se necesita, o mejor dicho, donde la mayoría lo necesita. Nada más alejado de la austeridad que el gobierno del Presidente López Obrador ha llevado a cabo cortando programas sociales. Si algo hemos visto estos años es que las necesidades sociales requieren inversión en infraestructura, creación y mejoría del Estado, no desmantelamiento. Lamentablemente, bajo el gobierno de izquierda de Morena, la política ha sido destruir instituciones y programas destinados a apoyar a los más pobres ¿Es una coincidencia que hayan sido los más pobres quienes han padecido de peor manera la epidemia en la Ciudad de México y este accidente? No lo es, obviamente. Ambas tragedias se deben a decisiones políticas: tenemos gobiernos que, activa o pasivamente, han abandonado a quienes deberían de ser prioritarios, y que incluso los tienen como lema.
Es pues, una doble tragedia que nos recuerda la tragedia de pobreza, la corrupción e ineptitud en que viven los citadinos fuera de los códigos postales privilegiados. No son pocos, de hecho, son la mayoría de los habitantes de esta ciudad.
Por si esto no fuera ya suficientemente indignante, la Jefa de Gobierno se embarcó en el mega proyecto “cultural” del Presidente, “Bosque de Chapultepec: Naturaleza y Cultura” que ejercerá más de mil millones de pesos, en una zona céntrica y exclusiva. Y es que tener un gran parque es de primer mundo, salvo cuando el resto de la ciudad, fuera de éste, está, literalmente, cayéndose. Cuando la gente pobre puede morir porque se desploma el vagón del metro donde viajaba, en Tláhuac, porque no, nunca hay dinero suficiente para mejorar los servicios públicos que la mayoría requiere, para ofrecerles una mejor calidad de vida. Sí, vivimos en un monstruo inmenso, rodeados de millones de personas, no pocas hacinadas. Precisamente por eso, los programas y recursos deberían de destinarse a cumplir con las necesidades básicas de su población, toda, y a garantizar, por lo menos, que tengan acceso a servicios seguros.
Es inaceptable que haya accidentes en el metro, como los que ha habido recientemente. Es inaceptable que exista la falta de mantenimiento en el metro, construcciones dañadas o viejas, y que personas fallezcan debido a ello, mientras se dispone una inversión histórica para hacer una calzada flotante, pasos de reconexiones, la reconfiguración de Avenida Constituyentes.
Muy deprimente, la verdad, querido lector, donde ya había tanta, tanta tristeza. Esperemos que la Jefa de Gobierno informe, una vez hechas las investigaciones, cuál fue el origen del siniestro y que ello sirva para garantizar que una tragedia como ésta no vuelva a ocurrir y que los recursos se usen para evitar otro derrumbe, otro incendio, otro colapso, un luto más.
Eso es lo que la adolorida Ciudad de México necesita, señora Sheinbaum, no la rehabilitación de un bosque, porque sí, hay prioridades.