Luchando contra la desnutrición en Afganistán
El bebé yace con sus ojos cerrados, su cobija de lana es un derroche de rojos, rosas y verdes. En su nariz, una tira adhesiva mantiene en su lugar los tubos que llegan hasta las pequeñas fosas nasales, alimentándolo con una fórmula de leche que debería ayudarlo a recuperar sus fuerzas. Su mamá lo observa detenidamente desde una silla cercana, mientras cerca algunas de las otras mujeres en la habitación hablan y ríen, con sus hijos acostados en la cama entre ellas. El centro de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados (ITFC) en Herat está ocupado y las habitaciones son pequeñas para el número de camas que albergan a niños con desnutrición y a sus cuidadores.
Más al sur, en Helmand, existen escenas similares en el hospital Boost. Durante el ingreso, una enfermera desliza el brazalete de medición de la circunferencia de la parte media y superior del brazo (MUAC) sobre el brazo pequeño de Nazifa y aprieta el plástico con fuerza. Señala firmemente números rojos, lo que apunta hacia la desnutrición. Luego la medirán y pesarán antes de ingresar para permanecer un par de semanas para estabilizar su peso y tratar su diarrea. Los padres hablan del desafío de alimentar a su familia por falta de dinero y por falta de alimento, pero junto a eso están las consecuencias de una alimentación o nutrición inadecuadas para las madres que amamantan y el efecto en cadena sobre los bebés. Algunas madres no son capaces de producir suficiente leche, “cuando él nació, estaba sano, pero yo no tenía leche materna así que comenzamos a alimentarlo con formula infantil, pero eso lo enfermó”. Las madres, a su vez, pueden verse inscritas en atención ambulatoria contra la desnutrición, por ejemplo, en Kamdahar y Herat.
“Hemos venido desde Kamari, en la provincia de Badghis, en un viaje de cuatro horas”, explica Fátima*, que ha traído a su hijo a Herat para recibir tratamiento por desnutrición y varicela. Anteriormente habían buscado ayuda en una clínica más cercana a su casa, pero no pudieron encontrar la ayuda que necesitaban. Los hospitales y clínicas de MSF, así como los hospitales del Ministerio de Salud Pública que apoyamos, reciben pacientes que viajan largas distancias porque tienen dificultades para acceder a atención médica de calidad cerca de casa. La terrible situación económica de Afganistán significa que la mayoría de las personas que antes podrían haber accedido a clínicas privadas ahora dependen de centros de salud respaldados por organizaciones internacionales.
Roya, una madre cuyo hijo ha estado en el hospital durante las últimas dos semanas, dice que en su aldea casi todos los niños sufren desnutrición debido a la situación económica, “no tienen dinero, así sean 50 o 100 afganos ($ 25.20 MXN) para pagar el taxi y traer a sus hijos aquí para recibir el tratamiento médico”.
Sentadas afuera en bancos en Kandahar y con el sol reflejándose en la grava gris, las madres esperan pacientemente con sus hijos en el regazo y los documentos médicos fuertemente agarrados en sus manos. A cierta distancia, en un área separada, se sientan los padres, hermanos y tíos. Desde aquí, los pequeños pacientes y sus padres o tutores serán llamados a una oficina contenedora para su evaluación. Si están gravemente desnutridos sin complicaciones médicas, se les inscribirá en atención ambulatoria por desnutrición y se les proporcionarán alimentos terapéuticos listos para usar y que se llevarán a casa antes de regresar la semana siguiente para un chequeo. Esto continuará por un período de seis a ocho semanas, hasta que se recuperen. A lo largo de 2023, las instalaciones administradas y apoyadas por MSF en Herat, Lashkar Gah y Kandahar admitieron a un total de más de 10,400 niños de hasta cinco años, y entre enero y abril de 2024 admitieron a 2.416 pacientes, lo que ya representa un aumento del 5 % en comparación con el mismo periodo del año anterior. Los equipos de Herat y Kandahar recibieron a más de 6.900 niños en centros ambulatorios de alimentación terapéutica (ATFC) en 2023.
“En Herat, muchos de los pacientes que atendemos tienen menos de un año y esto indica problemas con la lactancia materna y la alimentación complementaria (introducir alimentos nutritivos además de la leche materna). Algo en lo que estamos trabajando en nuestras actividades de promoción de la salud con las madres y sus familias”, explica Aline Plener, coordinadora médica de MSF en Afganistán. “Los niños menores de seis meses también suelen ser demasiado pequeños para ingresar en muchos de los programas de nutrición, por lo que es más difícil para las familias brindarles la atención que necesitan cuando están desnutridos, y sin una ampliación de los criterios de admisión esto seguirá siendo así”.
A menudo, las salas de hospitalización por desnutrición están tan saturadas que dos bebés y sus madres deben compartir la misma cama, una situación que dista mucho de ser ideal para ellos y desde el punto de vista médico. Algunos los trata MSF, regresan a casa y vuelven semanas después -sin abordar las causas de su desnutrición. Para quienes padecen enfermedades congénitas, esto se debe a que la atención hospitalaria especializada necesaria es difícil de encontrar, a menudo se encuentra lejos de casa y es costosa. Sin embargo, a algunas madres como Roya se les ofrece un alivio temporal: “La salud de mi hija ha mejorado completamente y se está recuperando. Estamos en una etapa en la que podemos regresar a casa”.
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