Los voluntarios no necesariamente tienen tiempo, solo tienen corazón
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Recuerdo como si fuera ayer el día que tres grandes amigas llegaron a mi oficina en el ConchiTown, Paty, Dalila y Liz. Querían hacerme “manita de cochi” para que apoyara en la
organización del evento que enmarcaría poner la primera piedra de la nueva sede del periódico Noroeste en Mazatlán. Como en toda tormenta de ideas, el tiempo pasa volando y el “pez por su
boca muere”, diría mi amá, ahí surgió la intención de reunir a los grupos de voluntariado. El reto era tener convocatoria en un domingo por la tarde, con un escenario lleno de tierra y bajo un sol
que calienta como pocos.
Les pedí una semana para decidir, debo confesar que solo pasaron dos días. No sé por qué, pero siempre me ha atraído ayudar. Será la imagen de mi madre que desde su trinchera siempre estaba regalando comida y preocupada por toda la comunidad de influencia y familiares. La casa materna parecía cocina de restaurante, siempre preparando alimentos para el que llegara, con servicio para llevar incluido, así fueran tortillas y frijoles.
En la época actual, tenemos frente a nosotros el desafío de conectar con lo demás, más cuando estos se encuentran ante situaciones difíciles. Una de las objeciones más comunes para hacerlo es
la falta de tiempo, un recurso no renovable y muy acaparado por actividades que nos permitan sobrevivir y sustentar el día a día. ¿De qué están hechos los voluntarios?
Haber dicho sí a ese evento fue la semilla que rindió frutos en Un Día para Ayudar, ese evento anual que reúne en gran grupo a los voluntarios que integran una asociación, organización o idea,
en muchos casos nacidas desde la adversidad. Para Oscar Garcia Coach, fue la maravillosa oportunidad de ayudarse ayudando, inspiradores seres humanos que he tenido la fortuna de
conocer en más de 7 mil 300 días que han transcurrido.
Hoy (escribo esto siendo viernes), me tocó la responsabilidad de presentar este proyecto al mundo. Al recordar los inicios, mi diálogo interno me llevó a las necesidades de evolución de este,
tema ya conversado con mi apreciada Elizabeth Peraza, pieza fundamental de la Casa Editorial, así es, de Noroeste.
Hoy no empezaremos de cero, tenemos 20 años de experiencia en el manejo de cada una de las agrupaciones, somos más voluntarios que nunca, conocemos con mayor profundidad el objetivo
de este evento, servir como ventana para mostrar las problemáticas sociales, asumir las posibles soluciones.
Hemos avanzado en los objetivos y sé que nos retan algunos, pero tengo esa certeza de que la ayuda cada vez es más necesaria. Hoy, en mi presentación al mundo de este evento, me di
permiso de quitar el piloto automático y con mente de aprendiz renovarme, escuchar del Wellbeing 360 las mejores propuestas para actuar en congruencia.
Aceptar que a Noroeste y Tecmilenio les corresponde el rol de habilitadores de la constante exposición de las necesidades y posibles soluciones, y a los voluntariados el de ser las estrellas de
este evento. Hoy, previo al inicio de mi transmisión, llegó una frase megapoderosa: “Los voluntarios no necesariamente tienen tiempo, solo tienen corazón”.
Es la apatía o la ausencia de empatía las que nos privan de disfrutar los beneficios de la solidaridad en nuestra vida. Agradezco a Dios el momento en que puso a un Día para Ayudar en mi camino
porque me ha regalado un gran aprendizaje de vida, el poder compartir con apasionados del apoyo social comunitario, conectar con mi propósito y sentido de vida, fortaleciendo mis valores.
Gracias a cada voluntario por su labor, gracias a todos esos habilitadores de balcón que inspiran mi vida todos los días, gracias a las empresas patrocinadoras, a nuestras escuelas hermanas y
academias de arte y deporte, a los colaboradores de Noroeste y Tecmilenio, sobre todo a aquellos que saben interpretar que el dar no se racionaliza, solo se deja fluir el corazón.
Hoy más que nunca necesitamos voluntarios. Las necesidades crecen y los gobiernos cada vez son más apáticos al dolor, enfocados en la búsqueda del control y del poder, hacen oportunidad del
dolor para buscar votos. No podemos esperar a que otros den solución, nos toca a los ciudadanos demostrar de qué estamos hechos.
Me quedo con la frase que cerró mi intervención el día de hoy, del creador de la prueba VIA de fortalezas de carácter, Chris Peterson: “Los demás sí importan”, me permití agregarle “y mucho”.
Nos vemos la próxima semana en una cita más en La Fórmula de la Felicidad.
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