Los trofeos de la vida

Rodolfo Díaz Fonseca
18 septiembre 2020

""

rfonseca@noroeste.com
rodifo54@hotmail.com

 

El paso de los años deja claras e indelebles marcas, pues cosecha trazos y líneas en toda la piel. Aun cuando una persona no haya tenido jamás un accidente o cortada, de cualquier forma aparecerán a su tiempo las arrugas que evidencian el tiempo vivido.

Las arrugas son trofeos y condecoraciones que se reciben en la vida; sin embargo, sobre todo en Occidente, la mayoría de las personas considera que afean la belleza más que resaltar expresiones de grandeza y sabiduría.

Esta concepción de imperfección y deterioro es el estandarte que utilizan las mejores marcas y firmas de belleza. Las cremas, lociones, enjuagues y hasta cirugías tienen inusitada demanda para ocultar o disminuir estas arrugas.

En Oriente, por el contrario, tienen cutis más perfectos por su dieta alimentaria y porque desde jóvenes utilizan tratamientos para evitar las radiaciones y otros elementos que erosionan la piel.

Es muy importante no obsesionarse con la edad y las arrugas e imperfecciones que conlleva. Recordemos que en Japón existe desde el Siglo 14 un arte llamado Kintsugi, que consiste en no tirar un objeto o utensilio que se ha roto. Por el contrario, se recogen con cuidado los pedazos y se unen sin disimular el punto de conexión, porque se emplea un baño de oro que concede mayor valor a una pieza reestructurada que a una que no ha sufrido daño.

De acuerdo con la historia, el primer japonés en utilizar esta técnica fue el shogun Ashikaga Yoshimasa, quien mandó reparar su tazón de té favorito a China. Empero, el resultado fue decepcionante porque unieron las piezas con grapas lo que manifestaba más la imperfección, además de que dejaba escapar el líquido por las grietas. Por tanto, los artesanos japoneses idearon el nuevo método.

¿Oculto mis trofeos?