Los políticos son como los militares
Suele decirse que la política es como la guerra. Si esto es verdad, entonces los políticos son como los militares. Quizá por eso no sea gratuito que los políticos, sobre todo los priistas de vieja estirpe, es decir, los que crearon lo que podríamos llamar la escuela política mexicana contemporánea -que incluye morenistas, panistas, perredistas, verdes, petistas, etc.- han tenido como una de sus lecturas favoritas “El arte de la Guerra”, de Sun Tzu.
Para un buen jefe militar, ya sea de una fuerza regular o irregular, lo importante de una batalla y/o de una guerra es la victoria. Para Sun Tzu el mejor militar es el que somete al enemigo sin luchar; pero es obvio que ningún militar puede renunciar a ella. Y cuando es necesario recurrir a la lucha, es decir, a la guerra, el comandante calcula si sus bajas garantizan la victoria. Un militar sabe que hay batallas en las que sacrificarán a parte de sus tropas para triunfar. Es decir, prácticamente sacrifica a algunos soldados en pos de la victoria.
Un jefe político razona de manera semejante con tal de obtener el poder o conservarlo. Esta tesis se cumple cabalmente cuando se establecen alianzas para ganar una elección, la cual podría no objetarse éticamente. Pero cuando un jefe político y un partido en el poder toman una decisión en la que inevitablemente se sacrificarán vidas, no de los miembros de su partido ni de su gobierno sino de los ciudadanos, entonces los cuestionamientos éticos son inevitables.
Esto es lo que sucede justamente cuando el gobierno de Andrés Manuel López Obrador mandata el regreso a clases de niños, adolescentes y jóvenes.
AMLO y su gabinete de Salud saben que habrá niños y adolescentes que se contagien y mueran, así sean pocos, pero morirán decenas y quizá centenas, y aun así han tomado la decisión.
¿Hay un razonamiento estrictamente político en esa postura o predomina un argumento fundamentalmente escolar, pedagógico y de salud mental? Lo cierto es que AMLO no está solo en esta decisión, la Unicef está de acuerdo con él. Dice Carrera Castro, su representante en México:
“La decisión del gobierno de comprometerse a un retorno seguro es un acontecimiento muy importante para el mundo. Este gesto que está haciendo el gobierno es uno de valor mundial, en el mundo entero se celebra esta decisión”.
El representante de la Unicef indicó que se apoyará a la Secretaría de Educación Pública (SEP) para gestionar protocolos, puesto que se cuenta con experiencias internacionales en regreso a clases presenciales y se ha aprendido de otros países.
“Por supuesto que puede haber focos infecciosos, la pregunta no es si van a haber, la pregunta es cómo las manejamos y en eso queremos cooperar para que el sistema las detecte”.
“Ha sido un periodo de estrés, muchísimos desafíos. Para ellos, ha sido terrible en su desarrollo. Antes de empezar la recuperación pedagógica, necesitamos normalizar la afectividad de los niños, para que se sientan seguros y amados”.
Esta política del gobierno de López Obrador ha dividido la opinión de padres y madres de familia, y del gremio magisterial. Según una encuesta reciente el 58 por ciento de los padres y madres se opone al regreso a las aulas. De manera semejante, hay numerosas secciones sindicales de los maestros que objetan el regreso a las escuelas. No obstante, la gran mayoría de los niños y adolescentes sí desean el retorno a sus pupitres.
Esto nos dice una encuesta aplicada a nivel nacional por la CDH de la Ciudad de México a niños y niñas de 5 a 17 años, la cual reveló que siete de cada 10 menores de edad quieren regresar a clases presenciales. Los niños que más se inclinaron por el regreso a clases presenciales son los estudiantes de primaria, y los que menos, son los de Educación Media Superior. En esta encuesta, el 80 por ciento de los niños indicó que extrañaba hacer ejercicio y jugar con amigos, y el 70 por ciento, extrañaba salir a la calle.
No obstante, la encuesta reveló que al 50 por ciento le preocupa que otras personas no usen cubrebocas, al 23 por ciento, que alguno de sus compañeros se contagie y al 28 por ciento, que se vuelvan a suspender las clases.
Así pues, vemos que los niños y la Unicef coinciden más con AMLO que un amplio número de padres y madres de familia y maestros.
Ya veremos a fin de mes qué respuesta obtiene esta decisión de la 4T, pero más importante será ver una o dos semanas después qué tanto se propaga el contagio y si causa severos daños en los niños. Si estos son muchos, es probable que el costo político para AMLO sea alto; es decir, se habrá equivocado rotundamente como estratega porque el regreso a clases podría convertirse en su mayor derrota política hasta el momento.
Una cosa son las contiendas electorales y otra la vida de los niños.
Esperemos que las cosas salgan bien.