Los otros

Rodolfo Díaz Fonseca
10 enero 2020

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“El infierno son los otros” es una frase acuñada por Jean Paul Sartre en su obra de teatro A puerta cerrada, escenificada por primera vez en mayo de 1944, poco antes de la liberación de París.

En la obra participan cuatro personajes, aunque el mayordomo desaparece rápidamente, permaneciendo solamente tres: Garcín, Inés y Estelle, quienes son egoístas, cobardes, canallas y sádicos, y conviven a puerta cerrada en un cuarto que no tiene espejos ni ventanas, por lo que están condenados a ser víctimas de la mirada del otro: mirada que incomoda, juzga y desnuda.

Afortunadamente, esta trágica visión existencialista no es compartida por todas las personas. Los otros no están en nuestra vida solamente para juzgarnos o hacernos sentir mal, sino para que les brindemos amor, ayuda, compasión y comprensión. El mandato de Jesús es muy claro: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mc 12, 31).

Al ser entrevistado por la televisión francesa, Abé Pierre, quien fundó los Traperos de Emaús en 1947, se le preguntó: “¿Qué es lo más importante de su vida?” Sin dudarlo, respondió: “Los otros”.

En 1954 inició también un movimiento llamado “Insurrección de la bondad” y lanzó un llamado por Radio Luxembourg: “Amigos, una llamada de socorro. Una mujer acaba de morir congelada esta noche en la acera del bulevar Sebastopol, y en sus manos tenía el papel de expulsión de su vivienda”.

Cuando el Presidente de la República le entregó la Gran Cruz de la Legión de Honor, le dijo: “Esta prestigiosa distinción viene a coronar su combate contra la exclusión, la miseria y la injusticia. Recompensa a un hombre fuera de lo común, a una figura emblemática que ha dedicado su vida a defender los derechos y dignidad de las personas”.

¿Me ocupan y preocupan los otros?