Los capitales en el mercado del amor (mazatleco)

Omar Lizárraga Morales
06 septiembre 2020

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Una de las elecciones más importante en la vida de una persona es la de su pareja, especialmente cuando se trata de una relación a largo plazo, como un matrimonio. En una sociedad, las y los individuos eligen entre un abanico de opciones, esperando conseguir la mejor. Es decir, como en cualquier tipo de mercado, se trata de una dinámica de oferta y demanda.

El mercado matrimonial lo definimos como el espacio de intercambio donde cada hombre y mujer (u hombre-hombre, mujer-mujer) son a la vez oferente y demandante y se acciona para valorizar los recursos personales a fin de optimizar la mejor elección.
Para el sociólogo francés, Pierre Bourdieu, todas las personas contamos con recursos personales (capitales) y en el mercado matrimonial, esos capitales personales operan en forma de atractivos.
Uno es el Capital Cultural. Éste puede tomar tres formas: bajo el estado objetivado, el estado incorporado y el estado institucionalizado. Aquí nos interesan los últimos dos; el estado incorporado se refiere al trabajo realizado sobre la persona, que se observa en hábitos, esquemas de percepción y gusto. Es decir, una persona que tiene hábitos refinados, que es amable, respetuoso, culto es una persona con un capital cultural incorporado alto.
Por otra parte, el estado institucionalizado se refiere a los certificados que la escuela (y otras instituciones) otorga como reconocimiento del desarrollo de un conjunto de habilidades escolares. En ese sentido, una persona con grados o posgrados académicos, es conocedor de una amplia gama de temas que resulta interesante para el sexo opuesto. El capital cultural también tiene altas tasas de convertibilidad en dinero, pues los diplomas o títulos universitarios pueden intercambiarse por capital económico en el mercado laboral.
El Capital Económico, se refiere a las condiciones materiales. Para el economista Gary Becker, en su “Teoría sobre el matrimonio”, todo individuo pone en una balanza los beneficios en contraste con los costos, para determinar si el matrimonio es conveniente; mientras mayor sea el beneficio, mayor es la tendencia al matrimonio. Algunos de los determinantes para “Ganar” son por ejemplo un incremento en el ingreso, una mejor vivienda, un mejor carro, etc.
Para la socióloga Tania Rodríguez, la posibilidad de obtener algo a través del matrimonio es tomada en cuenta para ambos actores. El matrimonio, es pues, una estructura que posibilita y regula intercambios materiales entre personas que provienen de familias distintas: es un modo de integrar, conservar o acrecentar un patrimonio, de organizar y satisfacer diversas necesidades de la vida.
Afortunadamente, estamos actualmente en un proceso de construcción de la sociedad en la que los ingresos entre hombre y mujer son más lineales. Sin embargo, en las sociedades tradicionales –como México-, aún es más aceptado socialmente, que el hombre sea el que tiene mayor ingreso económico, mayor grado educativo, incluso mayor estatura física.
En caso de no ocurrir así, la mujer tendrá una mayor tendencia a buscar en el mercado matrimonial a un hombre que cumpla con esas expectativas de superioridad, -al menos de igualdad- de lo contrario preferirá permanecer soltera. En su estudio, los antropólogos Belot y Fidrmuc lo llaman la “norma del hombre superior en la pareja”.
A los capitales considerados por Bourdieu, la socióloga Catherine Hakim agrega lo que llama Capital Erótico. Ella lo define como una mezcla de belleza, atractivo sexual, cuidado de la imagen y aptitudes sociales; una amalgama de atractivo físico y social que hace que determinados hombres y mujeres resulten atractivos para todos los miembros de una sociedad, especialmente para los del sexo opuesto.
En el mercado matrimonial, el capital erótico no solo condicionaría los ingresos o la probabilidad de emparejarse, sino también qué tipo de empleo y qué tipo de pareja se tienen. Además, puede ser un factor decisivo para la movilidad social.
En general, este enfoque justifica el pensamiento popular de que las mujeres más bellas y talentosas o simpáticas tienden a casarse con hombres solventes, exitosos y bien parecidos, o viceversa.
La demanda en Mazatlán
Actualmente me encuentro escribiendo mi próximo libro, el cual trata sobre los matrimonios interculturales y sus motivaciones a emparejarse. Para esto, en los últimos meses he aplicado una encuesta piloto a amigos, colegas y familiares en Mazatlán, con el fin de conocer sus preferencias de pareja. Lo que he encontrado hasta ahora es lo siguiente:
Para las mujeres de mediana edad (entre 25 y 55 años) demandan en un hombre una combinación de capital económico y capital cultural, ligeramente dan una mayor importancia a lo económico, y al final, a la apariencia física o el capital erótico. Al parecer, con el matrimonio la mujer garantiza recursos que le permite organizar económicamente su vida y la de sus hijos. En ese contexto, un hombre con grados académicos, culto y con ingresos altos, sería el modelo ideal para la mujer de mediana edad.
Al avanzar la edad biológica, el capital económico pasa a segundo lugar, y el capital cultural es lo más importante en su pareja. Las mujeres de edad avanzada (más de 55) me comentan que cuando tienen la vida ya resuelta y los hijos ya mayores, las cosas materiales se vuelven menos importantes, y adquieren mayor relevancia las cosas intangibles como el encanto de una buena charla, o el urbanismo y las bellas maneras. La belleza física o capital erótico de un hombre, no parece ser tan importante para las mujeres de edad media y avanzada.
Por otra parte, para el hombre de mediana edad lo más importante en una mujer es la apariencia física, es decir el capital erótico. En segundo lugar, el capital cultural, y en tercer el capital económico. Es el mismo orden para los hombres de edad avanzada, aunque algunos me comentaron que el capital cultural es igual de importante que la apariencia. Al parecer los hombres somos más visuales que las mujeres.
La identidad de la mujer sinaloense, según estudios que se han hecho sobre ella, es una identidad femenina muy diferente a la del resto del País, su rasgo distintivo radica en la exaltación en su coquetería y belleza. Su gusto por el arreglo personal y sus rasgos físicos predominantemente criollos les ha valido la fama de ser bellas. Es decir, en palabras de Katherine Hakim, tienen un capital erótico alto.
En el marcado matrimonial se trata de una dinámica de ganar-ganar, basándose en los recursos o capitales que tienen para ofrecer, y tiene fundamento en el principio del intercambio social.
Es cuanto…

* Consejero Consultivo de la CEDH de Sinaloa
**Doctor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Sinaloa