Los candidatos todavía no gobiernan. Quirino y Alcaldes: rescatar a Sinaloa
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alexsicairos@hotmail.com
Para evitar sucumbir frente a la alucinante estrategia electoral que intenta hacernos creer que la designación de los candidatos de los partidos a Gobernador dicta el bando espontáneo de “el rey ha muerto, viva el rey”, vale la pena recordar que Quirino Ordaz Coppel aún es el titular del Poder Ejecutivo Estatal, que el Congreso del Estado y los alcaldes siguen en funciones, y que es a ellos, no a los pretensos, a quienes les corresponde atender la compleja agenda pública.
Proscritos en la densa atmósfera de la política pendenciera se están dejando de lado en Sinaloa temas de urgentes tratamientos y soluciones que competen a los gobernantes actuales, no a los que resultarán del actual proceso electoral. Uno solo, el repunte del coronavirus con la devastación que supera la capacidad institucional para contenerlo, es suficiente para que el Gobernador y los presidentes municipales estén preocupados y ocupados durante los poco más de nueve meses que les quedan en el desempeño de sus cargos.
Por aquello de que haya ciudadanos que caen en la trampa de finiquitar los mandatos nomás porque creen que el candidato de su preferencia es el que reina, resulta prudente tener en cuenta que los asuntos relacionados con la estabilidad y la gobernabilidad no admiten treguas ni permiten que las autoridades se crucen de brazos viendo pasar los requerimientos sociales. Es sencillo: a Quirino Ordaz Coppel en Sinaloa, a Jesús Estrada Ferreiro en Culiacán, a Luis Guillermo Benítez Torres en Mazatlán, y así sucesivamente, les toca encarar todo lo que es crucial para que el estado o los municipios prosigan la búsqueda de bienestar común.
Vivimos el interminable acecho de la pandemia de coronavirus con el repunte que supera la capacidad y voluntad del Estado para contener los contagios; la delincuencia persiste en golpear la paz pública mediante homicidios dolosos, desapariciones forzadas, desplazamientos por miedo, feminicidios; el combate a la corrupción prosigue como entelequia transexenal y ¿a quién le toca responder por ello? A las autoridades en funciones, por supuesto.
La planta productiva estatal se debilita por políticas públicas que castigan el esfuerzo lícito y premian el afán ilegítimo; las empresas agotan la capacidad de resistencia ante la pandemia y sucumben en espera de la ayuda gubernamental; la inversión estratégica no llega porque acabaron los alicientes fiscales y todo ello requiere que el gobierno constitucionalmente instalado siga firme construyendo las salidas de emergencia. De nada sirven los candidatos para estos escenarios difíciles.
Los sinaloenses somos los únicos que podemos lograr que los temas fundamentales se sostengan como prioridades en el quehacer del gobierno, de las organizaciones de la sociedad, la acción cívica y las instituciones que deben operar respuestas y soluciones. Qué terrible sería que los políticos que andan en cacería de cargos públicos nos arrebaten el derecho a determinar qué debemos hacer y con quién para salvar lo que se pueda en este 2021 tan complejo. No lo admitamos esta vez,
De permitir que los candidatos acaparen la palabra y la usen para vendernos quimeras, el peligro de perder el año esperando al siguiente “héroe” que nos rescate significaría otro naufragio coyuntural en las olas de la demagogia. Las campañas políticas son las que menos importan ante el acecho de dificultades que ya no pueden sorprendernos cruzados de brazos oyendo el canto de las sirenas.
El error es que por cada proceso electoral perdemos tiempo valioso para hacerle frente a los desafíos. Hoy más que nunca tenemos que poner manos a la obra para que los gobernantes en funciones, ya, ofrezcan remedios a las complicaciones en salud, seguridad pública, desarrollo sustentable, crecimiento económico y rendición de cuentas.
Allá los pretensos y las construcciones discursivas que lo arreglan todo; acá la sociedad civil sin quitar el dedo en el renglón para que el gobierno sea eficiente hasta el último segundo del tiempo formal de sus responsabilidades. Allá el tiempo del voto que marca el momento preciso de decidir; acá la fuerza ciudadana que haga posible que las autoridades lo sean desde la irrenunciable proveeduría de gobernabilidad.
De aquí al 1 de noviembre, fecha de asunción de las nuevas autoridades, los apremios llevan a prescindir de los políticos y sus riñas por el poder que le están metiendo demasiado humo a la agenda pública en esa extraña obsesión por tomar en sus manos los fuertes problemas que hasta hoy nadie ha podido resolver. Ahora no necesitamos de sus aspiraciones; requerimos que sigan haciendo la chamba los gobernantes cuyos encargos aún no culminan.
Reverso
Van de nuevo los pretensos,
Creyendo que todo lo pueden,
Y cuando al cargo acceden,
De fracaso son sus piensos.
Ínfulas del intocable
A ver si con el Alcalde de Escuinapa, Emmett Soto Grave, la 63 Legislatura logra sentar un precedente contra el uso arbitrario del servicio público. No lo hizo con Manuel Guillermo Chapman en Ahome y el abusivo modo de desempeñar el cargo, ni con Luis Guillermo Benítez Torres en Mazatlán que acabó castigado por Morena al incurrir en violencia política en razón de género. Y con tales vestigios de impunidad el Edil escuinapense que acudió al influyentismo para agandallar la vacuna contra el coronavirus anda gritando a los cuatro vientos que el Congreso, los diputados del PRI, los periodistas y la ciudadanía le harán lo que el viento a Juárez.