López Obrador en Culiacán: visita arruinada. Del sueño algodonero al disgusto facturero
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alexsicairos@hotmail.com
A no ser por la investigación periodística realizada por Animal Político, que expone operaciones fiscales fraudulentas que salpican el acuerdo presidencial para que el equipo de beisbol “Algodoneros de Guasave” regresara con estadio remodelado a la Liga Mexicana del Pacífico, la visita a Culiacán le hubiera resultado ayer a Andrés Manuel López Obrador como placentero día de campo. Con todo preparado para que el Mandatario mexicano viera un Sinaloa tranquilo, sin grandes temas controversiales en la conversación común y obra pública boyante, el “prietito en el arroz” acaparó la atención de la gira amloísta.
Un periplo organizado para la intrascendencia por los actos propios de la agenda adquirió relieve por los simbolismos que merodearon en torno a López Obrador.
Realizar la reunión del Gabinete Nacional de Seguridad y la conferencia de prensa mañanera en el infranqueable búnker militar de El Sauz y observar la obra del dren Bacurimí desde las inmediaciones del conjunto de residencias y golf “Álamo Grande” le conceden más significados entre líneas que la interpretación popular dada a la estancia del tabasqueño en Culiacán.
Lo demás es paja. Decir que en Sinaloa ha funcionado la coordinación federación-estado para inhibir la incidencia de homicidios dolosos equivale a desconocer que son las treguas o reanudación de hostilidades en las células del cártel local las que mueven al alza o la baja los indicadores en crímenes de alto impacto. Atribuirle éxito a la Guardia Nacional en la pacificación sinaloense es igual a desinformación porque esa fuerza pública militarizada hace meses que se replegó aquí.
El punto más importante de la visita de AMLO es sin duda el cónclave tempranero del Gabinete de Seguridad. En secreto se planeó cómo intervendrá el Estado mexicano para contener a los sicarios del Cártel de Sinaloa que cruzan balas entre sí y les quitan la vida a inocentes en sus reyertas por el control del territorio. Aunque confiar en una gran operación federal antinarco en corto plazo evidencie exceso de confianza al ras de la ingenuidad, porque el Presidente se fue confiado en que ha logrado serenar Sinaloa, de cualquier manera de esa reunión top secret va salir algo bueno.
Pero después de todo impactará más el hecho de que López Obrador deje la víbora chillando al afirmar que no tuvo ni tiene contacto con el empresario mazatleco Alfredo Arámburo Nájar, a quien se le señala en el reportaje publicado por Noroeste como cabeza de una presunta red facturera que a través de 115 empresas fachada se dedica a defraudar al fisco. Y al implicar a quien es dueño del equipo “Algodoneros de Guasave”, al que le invirtieron 136 millones de pesos en recursos públicos y privados para reactivar la franquicia beisbolera, caso que rocía a AMLO del fango de lo que se configura como un inmenso albañal.
Por supuesto que López Obrador negó estar implicado. No vino a la ciudad de los tres ríos de aguas refrescantes a que lo bañara de cieno una caliente alcantarilla. Utilizando el argot presidencial del beis, AMLO intentará evitar que una mala actuación del ampáyer (Arámburo Nájar) le anule el home run que pegó con casa llena cuando el 11 de octubre de 2019 vino a inaugurar el coso algodonero. ¿Qué hizo ayer? Regresó la bola a la loma de los lanzamientos y buscó que la sospecha apuntara a autoridades estatales y directivos de la LMP. “No tuve que ver con el empresario que se hizo cargo del equipo, surgió cuando se estaba haciendo la promoción y lo avaló la Liga”, reviró.
El caso es que la empresa Costa Bella and Sands, propiedad de Alfredo Arámburo Nájar, fue incluida el pasado 23 de junio en la lista de negocios factureros que, según denuncia la Procuraduría Fiscal del Gobierno Federal, cometieron un fraude contra el sistema tributario calculado en 55 mil millones de pesos, derivando de allí, de acuerdo a la investigación del diario digital Animal Político, una red de 115 firmas que probablemente son asociadas con el dueño de “Algodoneros de Guasave”, en esa madeja de complicidades de la cual López Obrador niega ser parte enterada o beneficiada.
El político tabasqueño prometió que pedirá la investigación de la Unidad de Inteligencia Financiera y la Fiscalía General de la República para que castiguen los delitos si es que se comprueban. Se le vio contrariado, metido en un brete embarazoso, porque en lugar de quemarlo en Culiacán el candente calor resultó chamuscado en el affaire del empresario mazatleco que también tiene a su cargo brindarle asesoría externa a ProBeis, un comité de la Presidencia de la República para la promoción y desarrollo del beisbol en México.
Habrá que ver en qué acaba este otro escándalo que puso de mal ánimo a López Obrador a pesar de que el guión de su visita tenía un fin lúdico, no insufrible. Y todavía lo acercaron a “Álamo Grande” como si los estigmas adheridos al Presidente no fueran suficientes para descomponerle la prédica del combate a la corrupción y delincuencia vertebrada. En fin, ese resultado fastidioso de la visita a Culiacán no dejó contento a tan distinguido huésped y él no está acostumbrado a que las cosas de queden así.
Reverso
Al lugar que tú fueres, Presidente,
No desestimes aquello que vieres,
Porque te encajará de repente,
La corrupción sus finos alfileres.
Amoniaco y obediencia
Y como fue una gira de desenlaces inesperados, sorprendió también la respuesta que el grupo Gas y Petroquímica de Occidente dio al planteamiento de AMLO ofreciendo que hará una consulta para que la gente decida si se instala o no en Topolobampo la planta de amoniaco. “Esperamos con beneplácito la publicación de la convocatoria y, en su momento, acataremos el resultado de este ejercicio de democracia participativa”, ofrece la empresa. Falta ver si los opositores a la fábrica de fertilizantes también se someterán al mandato del veredicto social.