López-Gatell vs. La prensa extranjera. Verdadero y falso

Jorge Zepeda Patterson
09 mayo 2020

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@jorgezepedap

El hecho: prácticamente de manera simultánea tres diarios extranjeros, The New York Times, El País y el Wall Street Journal publicaron una nota sobre el número de contagiados y fallecidos en México, y citan fuentes que aseguran que el efecto de la pandemia es mayor del que arrojan las cifras oficiales. De inmediato, los círculos adversos al Presidente Andrés Manuel López Obrador convirtieron las notas, en particular la del New York Times, en argumento definitivo para acusar al gobierno de una estrategia deliberada para esconder la realidad y engañar a los mexicanos sobre los alcances de la pandemia. Unas horas más tarde, el propio López-Gatell difundió un video en el cual, en tono calmo y pedagógico, ofreció su explicación: en México, como en todos los países, ha resultado muy complejo dimensionar la población afectada y fallecida por Covid-19, debido a que los síntomas son muy similares a otros tipos de neumonía. Reiteró que, frente a la incapacidad de hacer pruebas con la debida celeridad, en muchos casos los fallecidos por diversas modalidades de neumonía sólo pueden ser atribuidos al coronavirus tras un procedimiento llamado diagnóstico por dictaminación. Además, tarda varios días en efectuarse, particularmente en el contexto de la crisis y más días aún en entrar al conteo nacional que a su vez se alimenta de lo que reportan los sistemas de 32 entidades federativas. De tal manera que los casos “oficiales” de coronavirus son una fracción de los probables casos reales; pero eso nunca se ha ocultado, insistió. Sin embargo, López-Gatell no resistió la tentación de expresar su extrañeza de que varios periódicos extranjeros hubiesen coincidido en el tema y la inmediata y enorme difusión que dieron a sus notas políticos vinculados a administraciones anteriores, a intereses económicos de la industria farmacéutica y a personajes con aspiraciones políticas.

Las consecuencias. El impacto en las redes sociales fue tan explosivo como polarizado: unos pidiendo la cabeza de Hugo López-Gatell, vocero del gobierno en esta materia, y otros acusando a la prensa internacional de haberse prestado a una campaña de desprestigio azuzada por la derecha en contra de la 4T.

Las preguntas. ¿Hubo una campaña orquestada? No. Los corresponsales de estos destacados periódicos no hacen notas por encargo, lo cual no quiere decir que su trabajo siempre sea impecable. Que hayan abordado el tema, cada cual a su manera, me parece una reacción natural frente a la reiterada insistencia del Presidente López Obrador de presentar a México como un caso excepcional. Según él, a diferencia de otras naciones estamos derrotando a la pandemia gracias a la singularidad de nuestro pueblo. En ese sentido, en su deseo de que el país se recomponga lo más rápidamente posible, AMLO ha metido a López-Gatell en un problema: mientras que este último nunca ha ocultado que la cifra de muertos oficiales es la cabeza del iceberg, el Presidente la ha tomado como un dato absoluto para compararnos favorablemente con los demás. Si la prensa mexicana no estuviera tan ocupada en acribillar al mandatario o en defenderlo, tendría que haber hecho lo mismo: un poco de investigación para contrastar con la realidad la situación en la que nos encontramos.

Tampoco creo que exista una campaña orquestada por sus detractores sobre este punto. No ocupan, como dicen en mi tierra. Claudio X, Loret de Mola, Javier Lozano, Héctor de Mauleón, Raymundo RivaPalacio, Denise Dresser, Pascal Beltrán del Río, Felipe Calderón o León Krauze no iban a desperdiciar una nota negativa del NYT sobre el Presidente y para eso no necesitan ponerse de acuerdo. Al margen de esto, boots orquestados de parte de los dos bandos operan permanentemente; unos para atacar al Presidente y los suyos, otros para defenderlo y contraatacar a los críticos. En algo tiene razón López-Gatell: en contra de él hay una campaña sistemática dirigida a desgastarlo y deslegitimarlo con el afán de abollar al gobierno. No me parece que sea el caso de estas notas aparecidas en diarios internacionales, aunque sí el uso que puedan darles distorsionando y caricaturizando sus contenidos.

¿Son ciertas las acusaciones de la prensa extranjera? Aquí tendríamos que distinguir entre las publicaciones. La de El País es notable; a diferencia de las otras dos, los corresponsales Jorge Galindo y Javier Lafuente se tomaron la molestia de contextualizar (todos los países han tenido dificultades para contabilizar los casos), recoger ampliamente las explicaciones de las autoridades y proponer una estimación de los casos probables (alrededor de 700 mil infectados), sin hacer juicios políticos en contra del gobierno (por el contrario, reconocen que el propio López-Gatell, lejos de intentar ocultarlo había señalado la magnitud del problema (¿Cuántas personas contagiadas? “Tenemos muchísimas, muchísimas. Centenares de miles. Ojalá fueran millones, porque eso es lo que va a detener la epidemia”).

El New York Times, en cambio, da la sensación de que seleccionó los datos que confirmaban su hipótesis, en una nota en la que abundan juicios de valor y ningún intento de recoger la versión opuesta o complementaria, salvo decir que ni Claudia Sheinbaum ni López-Gatell respondieron a sus peticiones, como si no hubiese una conferencia de prensa diaria y harto material sobre la versión oficial disponible (como lo muestra la nota de El País). “Los médicos... dicen que se está ocultando al país la realidad de la epidemia”, afirma el texto, pero solo pueden citar diciéndolo a José Narro el ex secretario de Salud de Peña Nieto, fuente políticamente interesada. Los médicos restantes, cuyos nombres no son revelados, simplemente describen lo difícil de la situación en algunos de los hospitales. En otra parte hacen una interpretación que cabría en un editorial pero no en un reportaje: “Los desacuerdos han tenido lugar en gran parte tras bambalinas, ya que Sheinbaum... es reacia a avergonzar públicamente al Presidente Andrés Manuel López Obrador”. En fin, los tres especialistas consultados son solo aquellos que ya habían cuestionado públicamente el modelo de López-Gatell. Una nota que no ganará un Pulitzer aunque sea del New York Times y que en manos de los intelectuales y comunicadores de oposición, que la asumieron sin ninguna revisión crítica, terminó convirtiéndose en material propagandístico.

Conclusión. Más allá de esta coyuntura, sigo pensando que al margen de los aciertos y desaciertos que comete López-Gatell en sus intentos de explicar modelos epidemiológicos y tendencias matemáticas, hay un abuso de parte de los actores políticos para utilizarlo a su conveniencia. Sea de parte del gobierno para celebrar supuestos méritos, sea de la oposición para lastimar al Presidente. Los críticos lo acribillan como si hubiese una forma correcta de enfrentar la epidemia, cuando lo que existe es una gama de estrategias variopinta en todo el primer mundo, desde la permisividad de Suecia hasta el confinamiento punitivo de España. En todos los países las autoridades han tenido que improvisar frente a un virus que se ha conocido sobre la marcha y afrontar difíciles escenarios en los que el remedio (confinamiento y parálisis económica) puede ser tanto o más nocivo que la epidemia misma.

A ratos da la impresión de que entre los detractores hay una suerte de frustración porque México no está padeciendo las tragedias por las que ha pasado Nueva York, Italia o España. Incluso con los 700 muertos adicionales que el NYT imputa a la Ciudad de México, las cifras son moderadas, hasta ahora. La falta del desastre anunciado es compensado con una satanización del que da la cara (López-Gatell), con la difusión de las opiniones de los ex funcionarios que dejaron el sistema de salud en los huesos y buscan cargarle la culpa a quien así lo recibió, y con la búsqueda y exacerbación de casos de hospitales desbordados, aunque otros tengan suficientes camas disponibles, pero de los cuales no se habla (este viernes se habían ocupado el 64 por ciento de las camas con ventiladores en CdMx y apenas 48 por ciento en Edomex). Solo espero que el infatigable López-Gatell y todo el equipo que está detrás de él no se doble ante una batalla en la que el virus no ha sido su peor enemigo.