Lo que queremos son cuentos
""
Todos los organismos reaccionan ante estímulos. Al nivel más básico, los organismos simples reaccionan ante estímulos meramente químicos o físicos. Pero los seres más complejos, que tienen sentidos desarrollados y un cerebro que los procesa, reaccionan ante situaciones: por ejemplo, aves o reptiles que reaccionan ante sus presas o depredadores, ante circunstancias de su ambiente, etc. A medida que vemos cerebros más y más complejos los organismos no sólo reconocen situaciones, sino que detectan patrones.
El reconocimiento de esos patrones hace que entendamos relaciones causa-efecto, pero nuestros cerebros humanos son incluso mucho más sofisticados que eso y no sólo hemos desarrollado lenguajes muy complejos que se pueden compartir de forma artificial (escritura) sino que hemos desarrollado la capacidad de inventar historias.
El cerebro está hecho para identificar patrones y a hacer sentido del mundo, pero no necesariamente quiere “encontrar la verdad” sino encontrarle sentido a las cosas. Hay experimentos que muestran cómo, a partir de información incompleta, el cerebro “llena los vacíos” para darle sentido a los estímulos que recibe. Se ha ejemplificado sobre todo con estímulos visuales: a partir de un par de garabatos o de imágenes parciales, el cerebro “completa” la información y reconoce letras, palabras o rostros.
A medida que crecemos, aprendemos no sólo las cosas necesarias para sobrevivir y vivir en sociedad, sino que aprendemos un montón de prejuicios que usamos para “llenar los espacios vacíos”. Vemos datos sueltos y antes de analizarlos, el cerebro se pregunta “¿cuál es la historia?” y para crear esa narrativa hecha mano de su experiencia, que puede tener mucha carga de prejuicios de todo tipo, y a partir de datos sueltos imaginamos conspiraciones. Ahora bien, a lo largo de la historia ha habido muchas conspiraciones fantásticas y malévolas, pero para comprobar nuestra hipótesis debemos ser rigurosos: observar los datos y ver muchas explicaciones, y sobre todo ver cuál de ellas va teniendo poder predictivo. Es más arduo y desde luego no es tan excitante como imaginar intrigas de Fu Manchú o de James Bond, pero a la larga es mucho más útil.
Es natural que deseemos escuchar cuentos de aventuras para darles sentido a las cosas, pero ni todos los cuentos de conspiraciones estilo Misión Imposible nos van a ayudar como nos ayuda una jeringa con una vacuna, creada con el conocimiento y el sacrificio de miles de héroes anónimos.
El autor es académico ExaTec y asesor de negocios internacionales radicado en China
alfonsoaraujog@gmail.com
klaishu@hotmail.com