Leche y miel

Rodolfo Díaz Fonseca
23 julio 2024

La expresión leche y miel para referirse a una situación idílica de bienestar y prosperidad, encuentra en un texto de la Biblia su más fiel testimonio. Estando Moisés en el monte Sinaí, escuchó la voz de Dios que le hizo una gran promesa:

“Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos. He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel” (Ex 3,7-8).

En su libro, El arte de amar, el psicoanalista Erich Fromm, conocedor de los simbolismos judíos por ser de ascendencia judío-alemana, señaló que la tierra simboliza el amor materno: “La leche es el símbolo del primer aspecto del amor, el de cuidado y afirmación. La miel simboliza la dulzura de la vida, el amor por ella y la felicidad de estar vivo”.

Sin embargo, remarcó una vital diferencia: “La mayoría de las madres son capaces de dar “leche”, pero sólo unas pocas pueden dar “miel” también. Para estar en condiciones de dar miel, una madre debe ser no sólo una “buena madre”, sino una persona feliz, y no son muchas las que logran alcanzar esa meta”.

Con precisión, añadió la repercusión del bienestar materno: “No hay peligro de exagerar el efecto sobre el niño. El amor de la madre a la vida es tan contagioso como su ansiedad. Ambas actitudes ejercen un profundo efecto sobre la personalidad total del niño; indudablemente, es posible distinguir, entre los niños -y los adultos- los que sólo recibieron “leche” y los que recibieron “leche y miel”.

¿Recibí solamente leche? ¿Por el contrario, fui criado con leche y miel?

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