Layda y Proceso

Francisco Ortiz Pinchetti
04 febrero 2023

@fopinchetti / SinEmbargo.MX

Dice Layda Sansores San Román que el semanario Proceso es una mierda. A raíz de la publicación en esa revista de una serie de conversaciones filtradas de su propio teléfono, en las que se revela el papel de agente doble que jugó su sobrino Gerardo Sánchez Sansores al infiltrarse en el círculo cercano del dirigente priista Alejandro “Alito” Moreno, la Gobernadora de Campeche tronó: “Da vergüenza Proceso, ahora sí que da vergüenza (...) hoy es una mierda. No tienen vergüenza”.

Lamentó luego que “se fue al hoyo un esfuerzo tan grande que le dio tanta dignidad don Julio Scherer (García) a esta revista, que en tiempos muy difíciles fue un contrapeso para el poder importantísimo, pero con pruebas”.

Tiene razón la mandataria campechana en esto último. Tal vez no lo recuerde, pero ella tenía ya 32 años de edad y hacía sus pininos en el PRI cuando precisamente ese Proceso al que le dio tanta dignidad Scherer García publicó una histórica entrevista del reportero Elías Chávez García al ex Gobernador José Ortiz Ávila en 1977, que así describió a su antecesor, compadre y correligionario Carlos Sansores Pérez, El Negro:

“Sansores Pérez es un traidor, un desleal, un bandido. Dos veces ha traicionado al PRI; actuó deslealmente con sus amigos, inclusive provocó por órdenes de Luis Echeverría, la caída de Carlos A. Madrazo; se ha enriquecido cometiendo latrocinios y hasta es autor intelectual de un asesinato”, dijo el ex mandatario de origen militar al reportero, fundador de Proceso.

En la extensa entrevista, intitulada “La negra historia del Negro Sansores” y publicada en dos partes -un caso inusual en ese semanario- el 5 y el 12 de septiembre de 1977 (números 44 y 45), el ya desaparecido político enumeró con detalles tanto las tropelías como las innumerables propiedades de Sansores Pérez, que fueron enlistadas en un recuadro por el semanario.

Tras relatar la historia política de “El Negro”, llena de deslealtades y traiciones, “solapado y apoyado por El Mesías” (Luis Echeverría Álvarez), Ortiz Ávila describió la manera como siendo Gobernador del estado (entre 1967 y 1973) Sansores Pérez se hizo de propiedades y negocios a base de extorsiones y amenazas.

“Llegó al gobierno con una voracidad desenfrenada y no hubo actividad económica en la que no estuviera metido: controló las gasolineras de Campeche, hizo una poderosa flota camionera, compró una hacienda que se llama San Lorenzo, a la que está llevando arena de otros lugares para hacer playas artificiales; acaparó la producción de miel; estafó a los campesinos de los ejidos forestales, saqueó la riqueza forestal de Campeche y al frente de sus aserraderos puso a su hermano Ramiro Sansores...”

De todo lo cual, por cierto, seguramente nunca supo nada su hija Layda.

La entrevista de Elías conmocionó a Campeche y tuvo repercusiones fuertes en el resto del país. Durante semanas no se habló de otra cosa en la bella ciudad amurallada ni en otras localidades del estado. Resultó una bomba periodística que sacudió los andamiajes políticos de la entidad... hoy gobernada por la hija del Negro, fallecido en diciembre de 2005.

Viajé a Campeche con el fotógrafo Juan Miranda dos semanas después, por indicación expresa de nuestro director, Julio Scherer García. Con base en los datos aportados por Ortiz Ávila, constaté y documenté el inmenso imperio económico del cacique. Y sí: ranchos, gasolineras balnearios, aserraderos, terrenos, casas, barcos, periódicos. Casos concretos, fechas, lugares, dimensiones, registros, testimonios. Contundente.

Antes de regresar a la Ciudad de México busqué una entrevista con el propio Sansores Pérez, entonces ya dirigente nacional del PRI, que se encontraba en Campeche como invitado a las celebraciones del bicentenario de la titulación de la ciudad. Lo abordé en dos ocasiones. “Lo que dicen de mí es una puerqueza”, me contestó de mal modo al término de una velada por la coronación de la Reyna del Bicentenario. “Sólo los imbéciles se ocupan de una gente como Ortiz Ávila”, me dijo furioso. “Aquí nadie lo quiere”. También me amenazó:

-¿Usted es de Proceso?

-Así es.

-Se le debe abrir un proceso -me dijo, rodeados ambos por guaruras corpulentos- “sus brazos como postes de semáforo”, escribí, y evidentemente armados, en la explanada del Congreso del Estado, donde acudió a una sesión del Cabildo.

Publiqué mi reportaje el 10 de octubre siguiente, en el número 49 de Proceso. Ni la entrevista de Elías ni mi texto fueron jamás desmentidos. Siempre he tenido como un honor y como una satisfacción profesional ese singular “uno-dos” reporteril con mi admirado colega y amigo, a quien abrazo.

Elías Chávez, por cierto, publicó como colofón de su libro El Yo prohibido (Ed. Proceso, 2021) la anécdota que vivió como reportero del vespertino del Diario de México (que lo era también entonces) apenas 15 meses después de su entrevista, el 2 de febrero de 2079. “¡Paren máquinas!”, gritó por teléfono al jefe de taller para pedirle que detuviera la impresión ya en marcha de la edición, para incluir la primicia que acababa de reportear como exclusiva en el edificio del CEN del PRI. Y el titular a ocho columnas: Cayó Sansores Pérez. Válgame.

EL INGE NO SE TOCA. Es un hecho que la figura de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano concita un respeto casi unánime. El ingeniero, como todos le llaman, puede hacer ya lo que quiera, como dijo el Senador Ricardo Monreal Ávila. “Está más allá del bien y del mal”, aseguró. Y es considerado en serio como el Líder Moral de la izquierda progresista. No importa que, como ahora, se deslinde de un movimiento que antes alentó, aduciendo confusas “consideraciones de carácter político”. Por eso la descalificación que hacia el tres veces candidato presidencial intentó Andrés Manuel, que lo tildó como su “adversario”, causó reacciones encendidas, entre las que destaca la de Rosario Robles: “Me parece de una crueldad infinita, de una desmemoria y deslealtad lo que dijiste” del ingeniero. Y es que convertido ya en santón, el Inge es intocable.