Las dos pírricas victorias de la alianza opositora
En los comicios para elegir Gobernador en Aguascalientes en 2016, el Partido Acción Nacional ganó la elección con 203 mil 417 votos, encumbrando a Martín Orozco Sandoval; por entonces, el PRI con su candidata Lorena Martínez, quedó en la segunda posición con 189 mil 852 sufragios. El PRD, con Alejandro Sánchez, obtuvo el tercer lugar con una bajísima votación de apenas 23 mil 853 votos. Entre los tres partidos políticos, entonces no aliados, sumaron 417 mil 122 sufragios.
Pero a diferencia de lo que supone, acciona y predica la alianza Va Por México que desde 2021 integra a esos tres partidos en una coalición electoral para derrotar a Morena, en política 1 + 1 no necesariamente tiene como resultado 2.
Este 2022, en las elecciones para renovar la gubernatura de Aguascalientes, PRI, PAN Y PRD acudieron unidos a las urnas con la candidata panista María Teresa Jiménez, y ganaron la elección con 249 mil 464 votos. Es decir, en la lógica de la alianza de partidos de oposición de sumar siglas para acumular votos, resulta que perdieron 167 mil 658 sufragios (estos números de acuerdo al conteo preliminar de estas elecciones).
Pero si se consideran los votos por partido de la alianza opositora 2022, en relación a los logrados en lo individual como institutos políticos hace seis años, todos perdieron: el PAN tuvo cuatro mil 22 votos menos a los logrados en el 2016, el PRI perdió, en un sexenio, 154 mil 816 votos, y el PRD restó ocho mil 820 sufragios en relación a 2016.
Lo mismo sucedió en Durango.
La alianza opositora, con la candidatura al Gobierno estatal de esa entidad con el priista Esteban Villegas, obtuvo el triunfo con 332 mil 311 votos. En 2016, sumando los votos de tricolor, blanquiazul y del águila azteca, obtuvieron 550 mil 311 votos. Lo que significa que, en conjunto, perdieron 218 mil 83 votos en un lapso de seis años.
De hecho, Esteban Villegas el virtual Gobernador de Durango, fue el candidato del PRI en el 2016, por entonces quedó en la segunda posición con 264 mil 034 votos, frente al triunfador de aquella contienda, el panista José Rosas Aispuro, quien se alzó con 286 mil 360 votos.
Comparando los votos priistas de Villegas en 2016, 264 mil 34, contra los obtenidos por el PRI en este 2022 (con el mismo candidato), 215 mil 251, significa que el tricolor perdió 48 mil 783 votos en seis años.
El resto de los partidos de la alianza opositora también perdieron. El PAN, que pasó de 286 mil 360 votos en 2016, a lograr 100 mil 158 en 2022, es el que mayor pérdida electoral tuvo, al descender 186 mil 202 sufragios entre la preferencia de los duranguenses. El PRD no postuló candidato en el 2016, y este 2022 apenas llegó a los 16 mil 902 votos.
En ambos casos, Morena, el partido oficial, ha obtenido ganancia electoral, aun cuando no le fue suficiente para conquistar esos dos estados. En 2016 en Aguascalientes, con la candidata Nora Ruvalcaba, apenas logró 14 mil 809 votos, contra los obtenidos en 2022, con la misma candidata, 155 mil 531. En Durango, en la elección estatal de hace seis años, Morena captó apenas 19 mil 31 votos, y este 2022, con Alma Vitela como abanderada, obtuvo 188 mil 480, que sumados a los de sus aliados llegan a un total (preliminar) de 240 mil 255 votos, que tampoco les fueron suficientes para hacerse de la victoria.
En estas condiciones, las celebraciones panistas, priistas y perredistas por el triunfo en Aguascalientes y Durango, luego de haber perdido cuatro estados a manos de candidatos de Morena, Quintana Roo, Tamaulipas, Oaxaca e Hidalgo (los dos primeros se los arrebataron al PAN, los dos últimos al PRI), resultan por demás pírricas. Ganaron, pero perdieron votos. El PRI perdió 154 mil 816 votos en Aguascalientes, y el PAN perdió 186 mil 202 votos en Durango, ambos en solitario respecto su última votación en cada entidad federativa.
No sumaron pues. Por la panista no votaron los priistas de Aguascalientes, y por el priista no votaron los panistas en Durango, lo que, aritméticamente, confirma que 1 + 1 en política, no necesariamente da como resultado la suma a 2, especialmente cuando las decisiones de las candidaturas se definen en las cúpulas y no con las bases, y cuando la suma más que de proyectos en común, es de siglas. O sea, del poder por el poder.
Evidentemente esta elección de 2022 debería generar una autocrítica tanto dentro de la alianza opositora, como en cada uno de los partidos, PAN, PRI y PRD, en miras no solo al 2024, sino al 2023, cuando está en juego el territorio electoral más grande del país, el Estado de México, donde en la elección de 2017, Morena se quedó a 2.78 puntos frente a los votos del ganador, el priista Alfredo del Mazo, lo que indica, que, a diferencia de Aguascalientes y Durango, ya traía hace seis años, y uno antes que ganara Andrés Manuel López Obrador la Presidencia de la República, una fuerza electoral considerable.
Porque entonces sí, las malas decisiones electorales de la alianza opositora, le entregarán el país a Morena, que ya se pinta para ser el nuevo partido hegemónico del país. Como si se tratase de un nuevo PRI. Sobre todo si en lugar de la reflexión, el análisis, y la autocrítica político electoral, los opositores se dedican a festejar y pregonar sus pírricos triunfos negando una realidad ineludible.