La vida es breve
22 julio 2018
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La fugacidad de la vida es tema recurrente en la enfermedad o en el umbral de la tercera edad. Los sueños de juventud no se congelan en el abismo de la muerte, pues el momento de partir se antoja lejano. Sin embargo, la vida es un soplo y en cualquier momento se detiene.
Los poetas latinos advirtieron la velocidad con que transcurre la vida: tempus fugit; carpe diem; ars longa, vita brevis (el tiempo huye; aprovecha el momento; el arte es largo, la vida breve). La vida se escapa y diluye como nube arrastrada por el viento, o una flor que hoy luce espléndida y mañana sostiene su marchito capullo.
El símil de las flores es frecuentemente utilizado por los poetas para recordar la brevedad de la vida. Pedro Calderón de la Barca, en el soneto A las flores, señaló: “Estas que fueron pompa y alegría/ despertando al albor de la mañana,/ a la tarde serán lástima vana/ durmiendo en brazos de la noche fría/... A florecer las rosas madrugaron,/ y para envejecerse florecieron:/ cuna y sepulcro en un botón hallaron”.
Lope de Vega dijo que la rosa no debe hincharse de vanidad, pues su hermosura es pasajera: “¡cuán en vano solícita defiendes/ reino que ha de durar una mañana!... el ejemplo de tantas te asegura/ que quien ha de tener vida tan breve/ no ha de tener en tanto su hermosura”.
En su poema, A una rosa, Sor Juana Inés de la Cruz escribió: “Amago de la humana arquitectura,/ ejemplo de la vana gentileza,/ en cuyo ser unió naturaleza/ la cuna alegre y triste sepultura... De tu caduco ser das mustias señas!/ con que con docta muerte y necia vida,/ viviendo engañas y muriendo enseñas”.
¿Soy consciente de la brevedad de mi vida?
@rodolfodiazf