La Universidad de Guadalajara
Pocas instituciones educativas en el país pueden presumir una tradición bicentenaria desde su fundación hace 231 años. Por mandato de don Carlos IV de Borbón, Rey de España, tras consulta a su Consejo de Indias, se ordena la fundación de una universidad en Guadalajara de la Nueva Galicia en el año de 1791. Nace por decreto soberano firmado en el Palacio de San Lorenzo del Escorial, la Real y Literaria Universidad de Guadalajara. Mi alma máter.
Las universidades más antiguas del mundo se fundan en Europa por los siglos 13 y 14, entre ellas el claustro de Salamanca en Castilla y León más de 800 años, universidad que guarda mi cariño y mejores recuerdos, porque en ella cambié para siempre mi forma de ver el mundo. La Sorbona de París que cumplirá este año 766 de fundada. La de Bolonia en 1088, de Viena en 1365, y los “colleges” de Oxford que florecen entre 1249 y 1264. Estas universidades son las cunas del pensamiento ilustrado más longevas de nuestra era.
En la UDG, el acto ceremonial de fundación se dio el 3 de noviembre de 1792 con una solemne misa en el Templo de Santo Tomas de Aquino, nombrando primer rector al presbítero don Manuel Esteban Gutiérrez de Hermosillo. Este periodo de la Universidad con rectorados clericales termina con el ascenso de los liberales al poder en las guerras de Reforma.
En 1823, producto de las transformaciones políticas y los enfrentamientos entre liberales y conservadores, antecedentes en la promulgación de las Leyes de Reforma, llegan al gobierno de Jalisco liberales y liberales moderados como Prisciliano Sánchez y Joaquín Angulo. Nace entonces la “Nacional Universidad de Guadalajara” teniendo como rector al doctor José Rafael Murguía quien juró mantener su regencia en la separación de la Iglesia y el Estado.
El periodo post-revolucionario trajo consigo la fundación de la Universidad de Guadalajara en 1925. Llegan los primeros rectores que conducen los caminos para una universidad abierta y popular, que brinda educación para todos, más allá de elites burguesas. Abierta a hijos de obreros, pequeños comerciantes y las nacientes clases medias. Resaltan los rectorados de Enrique Diaz de León, y de los juristas Fernando Banda y Silvano Barba González.
La apertura y pluralidad mostrada por la Universidad de Guadalajara, que pronto tomó un papel preponderante en la educación bachiller, hizo crecer la plantilla de alumnos, docentes y trabajadores. Desde los años 50 apuntaba para ser una de las más importantes universidades públicas de México.
El viejo estilo de universidad centralizada se agotó y nace en tiempos de José Parres Arias un modelo de ampliación y crecimiento. La autonomía legal, financiera y de dirección plena, fue reconocida a la UDG en los tiempos de los gobernadores Guillermo Cossio Vidaurri y Carlos Rivera Aceves con la expedición y promulgación de la Ley Orgánica de la Universidad de Guadalajara entre 1989 y 1994.
Es en ese rectorado, el de Raúl Padilla López 1989–1995 que la Universidad de Guadalajara toma alcances estatales y nacionales, se descentraliza y se expande en la creación de escuelas preparatorias y centros universitarios regionales que garantizaban programas de la misma calidad educativa que aquellos que se tomaban en la capital jalisciense. Se reestructura en su organización académica para funcionar en Centros Universitarios, Divisiones y Departamentos dando al estudiante la oportunidad de flexibilizar la elección de sus materias y la movilidad dentro de la propia universidad y en intercambios nacionales o internacionales.
Nace también, la idea de ir más allá de las aulas y apostar por la cultura, de transparentar los mecanismos de admisión para garantizar a los miles de aspirantes el acceso por puntaje de examen y promedio. Nace la Feria Internacional del Libro, el Centro Cultural Universitario, la Feria Internacional del Cine, el Auditorio Telmex, la red de bibliotecas digitales y físicas entre las que destacan la “Juan José Arreola” una de las más grandes de México y la remodelada biblioteca iberoamericana “Octavio Paz” que es una joya arquitectónica en el corazón tapatío.
Ante la muerte de Raúl Padilla, líder del grupo Universidad, hay algunos columnistas y políticos alarmistas que vaticinan su desplome. Como orgulloso egresado, ex consejero general universitario, miembro de la comunidad de egresados, debo decir con absoluta claridad, que el futuro de mi casa de estudios, desde hace más de 200 años, no está en suertes y caprichos personales, por más que se quiera ver así. Porque nuestra institución bicentenaria tiene sólidas bases para mantenerse viva y seguir el camino del pensamiento y el trabajo.
Los liderazgos que se quedan reunidos en conclave, tendrán la dura tarea de componer y recomponer los pesos y contrapesos. Pasando del absolutismo ilustrado al feudalismo, pero si la inteligencia les da para verse como constructores de una nueva etapa, tendrán ante ellos la posibilidad de brincar siglos de ideas para trabajar en una UDG de verdaderos contrapesos democráticos más allá de personalismos y factótums. Luego le seguimos...