La 'tinta' de Verdi
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Giuseppe Verdi utilizó la expresión “tinta”, para significar el color musical que identificaba y explicaba cada obra suya. Esta coloratura es la que se debe buscar en su ópera Aída, cuya música es grandiosa e íntima, a la vez, y se convierte en un molde muy eficaz para transmitir palabras, sentimientos, emociones y afectos.
Desde la introducción de la obra, escogió la melodía que acompañará y recordará a los personajes principales a través de los cuatro actos. Hemos dicho que la música compuesta por Verdi no es propiamente egipcia, puesto que es el Egipto que él inventó sin actuar arbitrariamente, pues Ricordi, su editor, le facilitó unos libros expertos sobre Egiptología, entre ellos, Historia general de la Música de François-Joseph Fétis, quien dedicó varios capítulos a la música del Antiguo Egipto.
Ahí se inspiró Verdi para incluir la sonoridad y dulzura del arpa, el susurro del cántico en los templos egipcios y el uso de trompetas en la marcha militar. Incluso, pidió a Ricordi que elaborara unas trompetas largas, de fanfarria, similares a las que décadas después se descubrieron en la tumba de Tutankamón. A quien le objetara la veracidad del ambiente egipcio, Verdi respondía: “copiar la realidad puede ser una cosa buena, pero inventar la realidad es mejor, mucho mejor”.
Algunas personas, al hablar de la ópera Aída piensan inmediatamente en la marcha triunfal, ampliamente conocida por su utilización en ceremonias y graduaciones. Sin embargo, como dijo Gerardo Kleinburg: “Eso no es Aída, eso es, en todo caso, una especie de decorado, de telón y de contexto”.
Con su “tinta”, Verdi logró conjugar y conjuntar la vanguardia operística del momento: la intensidad del canto y drama italiano, la sonoridad y armonía germana y la espectacularidad de la escena francesa.
¿Disfuto la “tinta” verdiana?