La tendencia a imitar

Óscar García
08 enero 2021

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Un tremendo debate virtual de un grupo de amigos cibernautas nos hizo perder la noción del tiempo, el tema siempre estará de moda: ¿Los hábitos familiares influyen directamente en el desarrollo saludable (o no saludable) de los niños?
Sé que a lo mejor estás dando la respuesta de manera inmediata: “Claro que sí, influyen y mucho”. Sin embargo, ese no fue el punto de conversación, la pregunta fue más poderosa: Si estamos de acuerdo en cómo influyen los hábitos, ¿por qué muchas veces no somos conscientes de nuestros comportamientos y la fuerte influencia por observación que tienen nuestros hijos?
La reunión virtual tomo fuerza ante un ejemplo muy sencillo: Si estoy convencido de que la verdad es un valor en la vida de cualquier persona y reiteradamente envío ese mensaje con mi círculo de influencia, pero a la primera que suena el teléfono, le pido a mi hijo que diga que no estoy, ¿qué tiene más poder: el discurso reiterado o mi acción?
Ahí surgieron los defensores y defensoras de las mentiras piadosas. Les compartí mi aprendizaje en una clase maestra sobre este tema, donde se afirmó que una de las primeras mentiras que escuchan los niños (se habla de un porcentaje del 43%) cuando no se pueden dormir es que se los va a llevar el coco, el hombre del saco, el policía.
Para entender más a fondo la situación, es importante conocer el contexto de la investigación y cómo se interpreta qué es una mentira piadosa, también conocida como blanca: “Es la afirmación falsa, proferida con intención benevolente. Puede tener como objetivo el tratar de hacer más digerible una verdad tratando de causar el menor daño posible”.
Otro de los hallazgos encontrados es que los hábitos básicos los aprendemos en el seno familiar, como un recurso “casi educativo”. Mi pregunta poderosa sería: ¿No es más fácil decirle al niño que si no se duerme a la hora indicada, mañana se sentirá cansado y no disfrutará el salir a jugar durante la tarde?, ¿acaso no es mejor decir la verdad? Pero nos reta el hecho de dar muchas explicaciones y así vamos creciendo, mimetizando comportamientos, en la mayoría de las veces de manera casi inconsciente. ¿Sabes cuántos niños crecen temiendo al coco? Tarde podemos entender que esa mentira piadosa se convierte una frase lapidaria.
Y así, poco a poco, vamos generando comportamientos no deseados de forma no intencionada. Y para validarlo, traigo a mi mente un hecho que me sucedió el día de ayer y quizá motivó escribir esta columna. Llego a la tiendita donde compro el queso fresco, mi saludo de feliz año precede a la típica pregunta: ¿Tiene queso fresco? Con curiosidad, observo que una compañía de refrescos le proporcionó al tendero un filtro de protección de acrílico, procedo a felicitarlo por esta medida. Al llegar con el queso, me comenta que su esposa está muy triste por todos los familiares que han perdido con la pandemia, y que él está muy molesto porque la gente no se cuida, “Qué les cuesta usar un ¡@#$%*! Cubrebocas”. En ese preciso momento me doy cuenta de que él, ¿qué creen?, no trae cubrebocas.
Lo observé tan triste que estuve a punto de quedarme callado, pero asumí que no lo iba ayudar cuidando las formas. Le digo que estoy de acuerdo con lo que dice, que es importante que cada uno nos cuidemos y suelto la pregunta: Amigo, ¿y usted por qué no trae cubrebocas? Juro que no esperaba la pregunta, su rostro cambió de color, hizo una pausa, y me contestó: “Por p@#$%&o, se me olvidó en la casa”.
Al ver su reacción, pensé rápido ¿cómo le ayudo? Le pregunto: ¿Cuántas veces le ha sucedido esta situación? Su respuesta fue, “Ya son varias, y me enojo por olvidadizo”. Fue momento de lograr aprendizaje: ¿Y qué podría hacer para evitar que le suceda? “Es sencillo, tener aquí y en mi casa, pero no me he dado tiempo de ir a comprar más”. ¿Observan cómo tendemos a imitar comportamiento?
Me viene a la mente una amiga que vive quejándose de las personas vulnerables que no se cuidan, y ella (que encaja muy bien en este segmento) vive en viajes y eventos, pero no es capaz de observarse. Cae bien el aprendizaje de “lo que te choca te checa”.
¿Para qué escribo esta columna?, mi intención es, más que emitir un juicio, hacer una invitación a reflexionar sobre la importancia que tiene el seno familiar en la formación de hábitos saludables. Te quiero acompañar en ese reto desde mi fanpage @LicOscarGarciaCoach.