La revolución de la Trinidad
La fe católica enseña que en Dios hay tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, las cuales forman una indisoluble comunidad conocida como el misterio de la Santísima Trinidad.
Esta verdad trinitaria es para vivirse, más que para comprenderse. San Agustín indicó que por más que le diéramos vueltas a este voluminoso concepto no lograríamos penetrarlo ni dilucidarlo: “si lo comprendiéramos, no es Dios”.
En el ángelus de ayer, el Papa Francisco subrayó: “celebrar la Santísima Trinidad no es solo un ejercicio teológico, sino una revolución de nuestra manera de vivir. Dios, en quien cada Persona vive para la otra en continua relación, no para sí misma, nos estimula a vivir con los demás y para los demás. Abiertos. Hoy podemos preguntarnos si nuestra vida refleja el Dios en el que creemos: yo, que profeso la fe en Dios Padre e Hijo y Espíritu Santo, ¿creo verdaderamente que para vivir necesito a los demás, necesito entregarme a los demás, necesito servir a los demás? ¿Lo afirmo de palabra o lo afirmo con la vida?... Dios, que es el autor de la vida, se transmite menos a través de los libros y más a través del testimonio de vida”.
El Papa concluyó: “En resumen, la Trinidad nos enseña que no se puede estar nunca sin el otro. No somos islas, estamos en el mundo para vivir a imagen de Dios: abiertos, necesitados de los demás y necesitados de ayudar a los demás... ¿Soy un reflejo de la Trinidad en la vida de todos los días? La seña de la cruz que hago cada día -Padre e Hijo y Espíritu Santo-, ¿se queda en un mero gesto ocioso o inspira mi manera de hablar, conocer, responder, juzgar, perdonar?”
¿Vivo la revolución de la Trinidad?