La pobreza del acierto del gobierno
Muchos analistas inteligentes e independientes han sugerido que la decisión del gobierno de no gastar en 2020 y 2021 más allá de lo originalmente presupuestado fue un acierto. Sostienen que hoy México se encuentra en mejores condiciones que Brasil, Chile o Estados Unidos, por ejemplo, (tres comparativos pertinentes, por modernidad, por tamaño o por vecindad). No hubo déficit superior al programado, no aumentó la deuda pública como porcentaje del PIB salvo por el incremento producido por la reducción de este último; no se ha disparado la inflación; hoy se reinicia el crecimiento gracias a la fortaleza de las finanzas públicas y al tío rico que tenemos de vecino.
Como todo en economía, nada de esto es totalmente falso, pero tampoco es cierto por completo. Si vemos el crecimiento bianual, y nos atenemos a las realidades de 2020 y a las estimaciones más recientes -y optimistas- para 2021, Estados Unido sale con un +3 por ciento; Brasil con un +1 por ciento, Chile con un +2 por ciento, y México con un -2.5 por ciento. La inflación en México será muy posiblemente de 6 por ciento este año, mayor que la de Estados Unidos o Chile, ligeramente menor que Brasil. El déficit es otra historia -el de México es el más bajo, porque somos quienes menos le inyectamos a la economía- pero con tasas de intereses mundiales en su nivel más bajo en años, no se trata necesariamente de un indicador central.
Pero lo más grave es la pobreza. En la recesión de 2009, fueron pocos los países que sufrieron un retroceso en esta materia: los avances durante los años del boom de materias primas se mantuvieron casi en su totalidad. En 2020, sucedió lo mismo en algunas naciones de América Latina, pero en otras no. En México, según los datos de la ENIGH y las conclusiones del Coneval, no.
Según el informe de Panorama Social de la CEPAL de principios de julio de este año, en Brasil la pobreza extrema disminuyó entre 2019 y 2020 de 5.5 por ciento a 1.4 por ciento de la población; la pobreza a secas cayó de 19.2 por ciento a 16.3 por ciento. En Chile, de acuerdo con la misma fuente, las cifras no se movieron. En cambio, los datos para México, según Coneval, son contundentes: aumentaron tanto la pobreza extrema como la pobreza en general casi 25 por ciento. En Estados Unidos, la evolución fue muy parecida a la de Brasil.
Es cierto que los números de Brasil y Chile son proyecciones, mientras que los de México son ya datos duros. También es innegable que la definición de la pobreza de Coneval es más estricta o exigente que la de muchos otros países. Pero la tendencia no engaña: la pobreza no aumentó en el caso de nuestro vecino, o de nuestros pares sudamericanos. En México, si. Tal vez menos de lo que se esperaba, pero más que otros.
¿Por qué? Muchas razones sin duda, pero una parece clara. López Obrador no quiso inyectarle dinero a la economía para proteger a los más vulnerables por encima de lo que ya se había presupuestado. Crecimos menos, produjimos más pobres y debemos remontar una cuesta más empinada que otros. En particular, de un gobierno de ultra-derecha (Bolsonaro en Brasil), de derecha (Piñera en Chile) y de locos (Trump en Estados Unidos). Estos son los datos, los únicos que hay.