La narcoguerra interroga a Sinaloa
Las preguntas que nadie responde
A la tracatera criminal que la noche del domingo y amanecer del lunes volvió a instalar el terror en ciudadanos que empezábamos a recuperar los espacios y quehaceres propios de sociedades pacíficas, le corresponde la ráfaga de preguntas que deriva de tenebrosidades de 24 horas donde el pánico prolonga la oscuridad, sin luz de sol que clarifique las respuestas. Sinaloa es un enorme signo de interrogación que nos aplasta indiscriminadamente y si acaso da respiros para plantear las dudas con la resignación de antemano a que nadie las conteste.
¿Está tocando fondo la narcoviolencia en Sinaloa para que de allí emerjan claroscuros de paz efímera o esplendores de tranquilidad duradera? ¿La pacificación resultará de pactos o treguas entre las células que colisionan en el Cártel de Sinaloa? ¿Será la fuerza pública militar y policial la que restablezca el Estado de derecho? ¿Qué tan vigorosa es la acción ciudadana como para contener a la gran delincuencia? ¿Es la actual guerra en el narcotráfico de casa la última y definitiva en décadas del corporativo de las drogas nacional y global que fortalecieron Ismael Zambada García y Joaquín Guzmán Loera?
¿Qué tanto ha mermado financieramente a los grupos confrontados la beligerancia sostenida durante dos meses y 17 días contados hasta ayer? ¿Cuál es el balance de sicarios, armas y territorios perdidos en cada segmento de la incesante beligerancia? ¿Cuántas vidas inocentes han sido sacrificadas en la infinita jornada del horror? ¿Todo es por la pugna entre narcos o existe delincuencia ajena al Cártel y propia de la transgresión consuetudinaria a la Ley? ¿Es un hecho o falsedad la presencia en el estado de organizaciones criminales de otras regiones del País?
¿Dónde está el limite entre violencia del narcotráfico y barbarie asociada al terrorismo? ¿Cuál es el motivo de que sean incendiadas viviendas en residenciales, colonias populares y comunidades rurales, en ocasiones con los habitantes adentro? ¿El uso de drones, explosivos y zanjas que obstruyen caminos y carreteras denotan el escalamiento en tácticas que esparcen miedo? ¿La intercepción de mujeres jóvenes en la vía pública para someterlas a abusos es signo de pérdida de viejos códigos de honor en las narcoguerras?
¿Cuál es la siguiente estrategia del Ejército Mexicano, Marina Armada, Guardia Nacional y Policía Estatal Preventiva frente a la prolongación del conflicto entre dos células del narco que durante décadas funcionaron coordinadas? ¿Qué tanto le interesa a la Presidenta Claudia Sheinbaum el rescate de Sinaloa para la civilidad y legalidad? ¿En la enorme constelación de entidades federativas con seguridad pública alterada qué tan importante es atender el caso local? ¿Existe voluntad política para apostarle e invertirle al plan de paz duradera que vaya más allá de la pax narca, misma que ha sido avivada por regímenes priistas, panistas y morenistas?
¿Hasta dónde está dispuesto a luchar el Gobernador Rubén Rocha Moya en la presente coyuntura de violencia que es la peor que le ha tocado a Mandatario alguno en las recientes 5 décadas? ¿Puede un Gobierno estatal garantizar por sí mismo la seguridad pública en el Sinaloa que es la cuna de la principal organización del narco en México y con tentáculos más allá de las fronteras? ¿Qué tan vulnerable es el jefe del Ejecutivo en el contexto de narcopolítica que propone quitar con la fuerza de un poder de facto a quien desempeña la función pública por decisión democrática y con sustento constitucional?
¿En verdad está dispuesto el partido del Gobernador, que es el Movimiento Regeneración Nacional, a blindar a Rocha Moya para que en el contexto de narcoguerra salga adelante durante los casi tres años que le restan en el cargo? ¿Podrá la dirigente nacional de Morena, Luisa María Alcalde, sostenerle el respaldo hasta el último día del sexenio? ¿Hará la Cuarta Transformación que cese el anticipado fuego amigo que finge darle abrazos al badiraguatense y desde las sombras le socava la gobernabilidad? ¿Los pretensos ven la compleja situación sinaloense como el ahora o nunca de futurismos y oportunismos?
Y los ciudadanos ¿ya desciframos cómo fue que llegamos al nivel de salvajismo en que estamos? ¿Sabemos que le permitimos al narco meterse hasta la cocina en nuestros hogares? ¿Podremos en los sucesivo trazar barreras en las familias para que la trágica circunstancia presente nunca más nos alcance? ¿Seremos de aquí en adelante los ciudadanos que forjamos familias de paz o continuaremos como habitantes que nada más reaccionamos cuando el monstruo que metimos a casa comienza a devorarnos?
En fin, son apenas preguntas como aquellas que el náufrago lanza al mar dentro de botellas sabiendo que nadie las encontrará. Es la catarsis de la desesperanza con la certeza de que nos desahogaremos, pero no habrá cura a la enfermedad de las mil y una recaídas, de enésimas reincidencias en lo que nos postra.
Al borde de la impaciencia,
Hay que inquirirle al alma,
Si un examen de conciencia,
Nos dará la ansiada calma.
La contestación expedita de la alta delincuencia no se hizo esperar después de que el Secretario de Seguridad Pública del Gobierno del Estado, Gerardo Mérida Sánchez, anunció el 12 de noviembre la compra de un inventario de cámaras de videovigilancia que aparte tendrán tecnología para la lectura de placas vehiculares. Ayer amanecieron dañados con balas 65 de estos dispositivos por el plan concertado de pistoleros para anularlos, qué importa que dichos ojos urbanos son ciegos desde hace meses. ¿Y mientras sucedía tal despliegue de sicarios, qué hacían los 10 mil elementos del Ejército y Guardia Nacional que según están en Sinaloa para darnos seguridad pública?
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