La llave de
la filosofía
La palabra llave tuvo su origen entre los antiguos romanos, quienes acostumbraban colocar dos argollas en cada hoja de la puerta, a través de las cuales pasaban un clavo.
Lógicamente, esta primitiva técnica era presa fácil para los ladrones, motivo por el cual se fue especializando la confección de los clavos, de manera que se elaboraban específicamente para cada puerta, con lo que se logró que solamente quien poseyera ese tipo de clavo podía abrir o cerrar.
Con esta evolución en la fabricación de clavis (de donde derivó llave) se perfeccionó la seguridad de las puertas. Por eso, a la reunión de cardenales que elegirán un nuevo Papa se le llama también cónclave (que significa que están encerrados sin tener llave y sin que nadie ajeno tenga acceso a las votaciones).
Así, podemos entender el problemón en que se metió Alicia, en el famoso cuento de Lewis Carroll (seudónimo de Charles Lutwidge Dodgson). Alicia se encontró ante varias puertas y no sabía cuál de ellas abría la llave que encontró, hasta que descubrió una pequeña puerta que conducía a un hermoso jardín, la cual abrió con ayuda de esa llave.
Hoy, nos encontramos en un mundo caótico y se dificulta encontrar la llave para acceder a un mundo mejor. De acuerdo al filósofo alemán, Markus Gabriel, quien la tiene es la Filosofía.
“La humanidad entera está viviendo una situación extremadamente filosófica, pues nos encontramos en crisis a varios niveles. La pandemia, la crisis climática, la crisis geopolítica en Occidente, la crisis del humanismo frente a la inteligencia artificial, la crisis del saber, la de la esfera pública, y por eso es más necesaria que nunca la filosofía”, expresó en una entrevista.
¿Poseo la llave de la Filosofía? ¿Empequeñezco mi soberbia, orgullo y egoísmo?