La industria láctea condena a las vacas a ciclos de dolor
La historia que nos ha vendido la industria en distintos medios publicitarios en donde se puede ver un grupo de vacas pastando y paseando junto a sus crías no es ni remotamente cercana a la realidad. La publicidad nos ha puesto una venda en los ojos para que no conozcamos la cruel realidad.
Las vacas son seres emocionalmente complejos y sociales condenados a ciclos de explotación y dolor dentro de las granjas industriales. Las vacas naturalmente pueden vivir hasta 25 años, pero dentro de la industria láctea son asesinadas en promedio a los 4 años, cuando su producción de leche baja y su cuerpo es vendido para consumo. Aproximadamente el 20 por ciento de la carne en tiendas es el cuerpo de vacas que fueron explotadas y descartadas por la industria láctea.
Cuando visitamos el pasillo de lácteos en los supermercados, vamos en modo automático, muchas veces solo tomamos los productos que ya conocemos, que usualmente compramos o nos detenemos ocasionalmente para comparar precios o descubrir nuevos productos. Rara vez las personas se toman el tiempo para cuestionar de dónde viene lo que consumimos o cómo se produce, todo lo que tuvo que pasar para que ese producto esté a nuestro alcance.
Antes de adoptar una alimentación basada en plantas, desconocía que cada vaca en México produce cerca de 25 litros de leche al día. Al igual que otras especies mamíferas, las vacas sólo producen leche cuando hay un embarazo de por medio. El ciclo de tortura comienza aquí. Las vacas son inseminadas artificialmente de maneras muy invasivas y dolorosas, llevan a su bebé en su vientre durante 9 meses, se le separa de su cría apenas nace y se repite el proceso dentro de unos 3 meses, para que la producción de leche siga. Esta separación causa mucha tristeza a las vacas y a sus crías, ya que instintivamente desarrollan lazos fuertes con su familia. La razón por la cual se les separa es para que la leche pueda ser vendida para nuestro consumo, evitando que la cría la beba. Si la cría nace siendo hembra, le espera el mismo destino que su madre. Será llevada a un corral y se le alimentará con una fórmula para que cuando crezca, pueda ser inseminada tantas veces como sea posible antes de que no sea “costeable” mantenerla con vida y sea asesinada por su carne. Los machos, al no poder producir leche, son vendidos por su carne.
La producción antinatural de leche ocasiona que las vacas desarrollen mastitis y problemas de movilidad. El ordeño hace que desarrollen infecciones en las ubres y provoca que secreten pus. Esta enfermedad se podría tratar con antibióticos, pero si a las vacas se les medicara, esta leche no sería apta para nuestro consumo, por lo tanto siguen ordeñándolas con máquinas mientras existe infección. A las vacas también se les somete al marcaje con metales calientes, cortes de cola y descorne sin anestesia.
Las vacas “no dan leche”, se les arrebata la leche que producen para sus crías, se les arrebata su libertad y se les condena a una muerte prematura y violenta . Liberémoslas de nuestros hábitos.
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