La in-utilidad de la filosofía

Rodolfo Díaz Fonseca
31 julio 2020

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@rodolfodiazf

 

Desde hace tiempo se cuestiona la utilidad de la enseñanza de la filosofía, pues se afirma que lo que importa hoy es educar al ser humano en las disciplinas de la ciencia y tecnología, no en estudios humanísticos desfasados.

En este momento, sobre todo, se subraya que lo que más se requiere en la “nueva normalidad” es el conocimiento sobre la tecnología, ya que no se abrió una ventana o puerta, sino un enorme boquete a los espacios de la educación, comercio, industria y convivencia, que ahora deben de ser virtuales y a distancia.

Si por filosofía se entiende un conocimiento y lenguaje encriptado que se reservaron los doctos y eruditos, se concede esta pretensión progresista y tecnológica. Pero no, si se hace referencia a un conocimiento práctico que tenga repercusión en la vida diaria, que esté destinado a propiciar la reflexión del ser humano y que brinde luz a los problemas y necesidades cotidianos.

El filósofo polaco Günter Anders, quien fue compañero de estudios de Hanna Arendt y se convirtió posteriormente en su esposo, señaló que sería un absurdo que existiera un filósofo que sólo escribiera para filósofos, como un panadero que hiciera pan para los panaderos.

La filósofa argentina Roxana Kreimer, en entrevista para el diario La Nación, apoyó esta visión: “Es que la filosofía no siempre consistió en la formulación de teorías abstractas, sino en el cultivo de un arte de vivir asociado con los problemas más inmediatos de la vida cotidiana. Epicuro afirmó que los argumentos de la filosofía son vacuos si no mitigan ningún sufrimiento humano. Y Séneca, uno de los baluartes de la filosofía práctica, escribió: De qué me sirve la geometría para dividir el campo si no sé compartirlo con mi hermano”.

¿Defiendo la utilidad filosófica?