La importancia de corregir
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Consideremos tres países que cometieron errores graves en el manejo de la pandemia y de cuyos casos se ha hablado ampliamente: Italia, Inglaterra y Suecia. Cada uno cometió errores particulares, pero en general los tres esperaron demasiado tiempo para reaccionar, y lo hicieron con medidas desde vacilantes (la cuarentena muy lentamente impuesta en Italia, así como su fallo para restringir movimiento en el país) hasta abiertamente contraproducentes y peligrosas (el “modelo abierto” de Suecia que ocasionó contagios y muertes muy superiores a los de sus vecinos nórdicos).
Sin embargo, los tres países hicieron algo en extremo importante: hicieron una pausa, evaluaron los resultados, vieron que se estaban equivocando y cambiaron sus estrategias. En los tres casos observamos que, a diferencia de los países asiáticos, que controlaron la primera oleada de sus crisis en 60 días, a estos países europeos les tomó 90 y más días hacerlo. Pero al final, lo hicieron, llegando a la famosa “meseta” de la curva epidémica primero, y luego haciendo que descendiera. Ahora mismo, como muchos otros países en el resto del mundo, están lidiando con rebrotes, pero eso es ya tema aparte.
Lo que vemos es asimilación del conocimiento: hoy mismo Italia tiene una muy alta prevalencia de uso de mascarillas; mientras que Suecia e Inglaterra declararon abiertamente sus errores y se pusieron estrictos en sus regulaciones. No es que no tengan ya problemas, que sí tienen bastantes, pero están ya usando las estrategias efectivas que han demostrado su valor.
En México el caso es lamentablemente muy distinto: han pasado más de 150 días del inicio y 130 desde las primeras muertes registradas. La estrategia declarada desde un principio, de “no contención”, no ha cambiado a pesar de ser visiblemente desastrosa, y los análisis indican que aún estamos lejos siquiera de llegar a la “meseta” de estabilización. Analistas nacionales y extranjeros calculan que estamos en un 40 por ciento de avance y que para noviembre, usando las cifras oficiales como guía, podríamos llegar a más de 80 mil muertes. Los propios funcionarios de salud admiten que las cifras están muy por debajo de la realidad.
Equivocar una estrategia no es un pecado: en casi todos los países hemos visto equivocaciones desde leves hasta graves. Pero somos uno de un grupo muy reducido que se rehúsan a cambiar el rumbo a pesar de que la urgencia de hacerlo es más que obvia. No podemos esperar más y debemos exigir una corrección, ya.
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El autor es académico ExaTec y asesor de negocios internacionales radicado en China