La humildad en el desarrollo profesional
12 noviembre 2017
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Tenemos la idea de que el éxito va acompañado de pequeñas dosis de arrogancia y soberbia que se van dando de manera natural conforme vamos obteniendo nuevos puestos, nuevos logros y escalando posiciones; sin embargo, qué bien nos sentimos y qué buena impresión nos llevamos cuando conocemos o tratamos a alguna persona que tiene una amplia experiencia y un cúmulo de éxitos alcanzados a lo largo de su carrera y su trato es atento, empático, amable y con actitud de escucha. ¿Qué tipo de persona inspira más confianza? ¿Con qué tipo de compañeros o jefe podemos trabajar mejor?
Santa Teresa de Ávila decía: “La humildad es la verdad”. Ahora bien, ¿La verdad en cuanto a qué? La persona humilde conoce cuáles son sus fortalezas, pero al mismo tiempo reconoce cuáles son sus miedos, sus debilidades, defectos, limitaciones y no tienen miedo de exponerse siempre que se esté dispuesto a aprender de las experiencias tanto positivas como negativas. La humildad es muy importante si queremos ser un profesional exitoso, sin importar el nivel de la organización en el que nos encontremos.
Es todo un reto vivir esta virtud ya que entran en juego nuestras inseguridades y nuestros miedos, todos queremos presentar siempre nuestro mejor lado y el ego nos puede hacernos malas jugadas, sin embargo, podemos poner en practica algunas acciones para comenzar a vivir la humildad:
Admitir nuestras limitaciones, necesidades y nuestros errores: Para esto es necesario realizar una pausa para conocernos, el tener noción de nosotros como persona, nuestras cualidades y características.
Tener apertura para aceptar otras ideas: Siempre habrá otros puntos de vista y hasta otras propuestas para hacer las cosas de una manera diferente, hay que reconocer que no siempre estamos en posesión de la verdad, siempre es bueno considerar otras opciones.
Reconocer los aciertos y logros de los demás: El aceptar cuando el otro tiene un logro, nos va a ayudar a salirnos de nosotros mismos y además vamos a generar una mayor empatía y confianza con los demás.
Decir cuando no sabemos: No siempre vamos a saberlo todo, preguntar y pedir ayuda cuando sea necesario es una verdadera muestra de humildad.
Practicar el agradecimiento y la escucha a los demás: El acto de agradecer y escuchar va a fortalecer las relaciones con los demás al mismo tiempo que les estamos dando su valor y reconocimiento como personas.
Pedir perdón cuando nos hemos equivocado: Todas las personas fallamos en algún momento, una manera de reparar y comenzar de nuevo es aceptarlo y pedir perdón si es que alguien sale afectado por mis comportamientos y decisiones.
Tenemos que recordar que necesitamos de los demás para salir adelante tanto en el plano personal como en el ambiente laboral. No nos bastamos a nosotros mismos, sino que nos complementamos los unos a los otros y el rol que nos toca desempeñar a cada uno es de gran valor tanto para la organización donde nos encontramos como para la sociedad en general.
Gerente de Vinculación de Proyectos. ICAMI, Centro de Formación y Perfeccionamiento Directivo