La huella ecológica: el espacio que corresponde a cada ser humano

Carta del Lector
12 diciembre 2019

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Por Silvia Michel Acosta

“El 60 por ciento de los desechos del mundo, lo produce el 20 por ciento de la población de las ciudades ricas de occidente, y no necesariamente los depositan dentro de sus propios territorios. (Bueno, Ester. “Nuestra huella ecológica. España. Junio 2012)
La huella ecológica es un indicador de sustentabilidad para conocer el grado de impacto que ejerce cierta comunidad, región o país sobre el medio ambiente. Es una herramienta para determinar cuánto espacio terrestre o marino se necesita para producir los recursos y bienes, así como la superficie terrestre para absorber los desechos que se generan.
La industria, la agricultura, la ganadería, el incremento de la población, y consecuentemente el crecimiento de los pueblos y ciudades, han modificado las condiciones de vida en la tierra, como: extinción de especies de flora y fauna, alteración y pérdida de ecosistemas, disminución de mantos acuíferos, contaminación del suelo, aire y agua.
La globalización nos ha sometido al consumo, so pretexto de una mejor calidad de vida, y lo único que ha logrado es una falsa idea de bienestar a mayor consumo, mejor nivel económico.
Se considera, que alrededor de una cuarta parte de la superficie del planeta es biológicamente productiva, lo que equivale que a cada habitante del planeta nos tocaría 1.8 hectáreas para satisfacer nuestros consumos y absorber nuestros desechos. (WWF, 2012).
Sin embargo, nuestra huella ecológica es de 2.7 hectáreas (WWF, 2012), esto es, 3.6 canchas como las del estadio Azteca, lo que significa que estamos rebasando la capacidad del planeta para reemplazar lo que consumimos y desechamos. A esto, se le conoce como déficit ecológico por la sobreexplotación del capital natural o la capacidad de la tierra para regenerase. (Moreno 2005).
El problema radica en que consumimos recursos más rápido de lo que se pueden regenerar y producimos más desechos más rápido de lo que pueden ser absorbidos por la tierra.
Por ejemplo, para producir un kilogramo de carne, se necesitan 16 mil litros de agua, lo que significa que independientemente de los gases que generan los excrementos de las vacas produciendo un efecto invernadero en la atmósfera que aumenta la temperatura en la tierra, nos habla del exceso de agua consumida en medio de la escasez que el líquido presenta a diario, se puede decir entonces, que la huella ecológica es un factor que cada uno puede controlar a través del consumo sensato de los recursos.
Sin embargo, esta es una decisión propia, una responsabilidad individual, es decir, los patrones de consumo representan un reto para cada uno de nosotros, los emporios capitalistas no van a parar en tanto no se generen políticas públicas que obliguen al control de la producción mediante la quema de combustibles fósiles, así como los métodos contaminantes de la agricultura y la ganadería.
En 2019, según Wikipedia la huella ecológica de un estadounidense es de 9.4 hectáreas, cuando la de un mexicano es de 3.3 y la de un haitiano 0.5.
Las principales causas del deterioro ambiental, no necesariamente son los países más poblados, por ejemplo, China con casi mil 400 millones de habitantes tiene una huella ecológica de 2.1, mientras que Emiratos Árabes Unidos apenas rebasa los 9 millones de habitantes y tiene una huella ecológica de 9.5 hectáreas.
La huella ecológica de los mil millones de habitantes más pobres del planeta, corresponde a aproximadamente al tres por ciento de la huella de todo el mundo. (Fuente: “Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo”), lo que significa que los otros 6 mil quinientos millones de habitantes consumidores, corresponde el 97 por ciento de la contaminación del planeta, es decir, entre más dinero tiene una persona, más contamina.
Estos estilos de consumo, ha modificado también el paisaje, la construcción excesiva de viviendas como edificios y fraccionamientos a manera de patrimonio o inversión en áreas naturales con vistas marinas o vegetación, por consecuencia han provocado la pérdida de ecosistemas y especies de flora y fauna cambiando la fisonomía del paisaje urbano o rural al que también tenemos derecho.
Sin duda, se ha vulnerado la capacidad biológica de la tierra, no solo por la construcción no sustentable, sino por la sobreexplotación de los recursos naturales a los que no damos tiempo para regenerarse, ello nos ha empujado a la contaminación atmosférica, escasez de agua y cambio climático, sin embargo, los países que más han contaminado el ambiente universal son los menos vulnerables a los impactos del cambio climático, mientras, los que menos han contaminado están en riesgo de sufrir las amenazas y consecuencias de los fenómenos climatológicos.
La realidad es, que la situación ambiental del planeta es insostenible, la producción y consumo global va en aumento y con ello, se generan las consecuencias que ya estamos
viviendo de climas extremos, escasez de agua y alimentos de temporada, toneladas de basura que no caben ya ni en nuestras casas por el hábito de consumo que hemos adquirido al comprarlo porque está barato, lo venden a muchos meses sin intereses, o simplemente porque nos da cierto prestigio adquirirlo.
Hasta el momento, el impacto ambiental ha quedado más en preocupación de las naciones del mundo, pero no ha terminado de aterrizar en una toma de conciencia individual o colectiva, empresarial o gubernamental.
La huella ecológica, es útil para conocer la salud del planeta, conocer la desigualdad entre países, así como el impacto de los consumos y desechos personales que se pueden modificar en favor del medio ambiente. Urge planear las actividades del sector económico para diseñar y aplicar políticas públicas en materia de desarrollo sustentable, y que el empresario no se sienta amenazado.
Es importante aprender a medir nuestra huella ecológica, por ejemplo, si acostumbro a consumir agua embotellada, café en vaso desechable, refresco o bebidas embotelladas, comida rápida u otro empaque que termina en la basura, supongamos que a la semana sumen cinco, ahora propongámonos a utilizar unos menos a la semana, (obvio, este ejercicio debe ser muy honesto de manera personal), entonces, vamos a evitar mandar al medio ambiente 48 empaques de pet, si este ejercicio lo hacemos medio millón de sinaloenses, estaríamos dejando de mandar a la tierra 24 millones de empaques desechables, algo así como el estadio de los Venados lleno de botes desechables.
Ahora, si hacemos conciencia personal de cuántos desechables consumimos al día o a la semana, y cuántos puedo evitar consumir, incluso, ponernos la meta de cero desechable, tendríamos una huella ecológica controlable y por consecuencia una sociedad con verdadera calidad de vida.